miércoles, 31 de agosto de 2016

Historia real: El niño muerto

La anciana reza en silencio. Las manos dejan correr las cuentas del rosario. La mirada fija en Jesucristo, que la observa desde la cruz, en el altar de la iglesia de la colonia. La colonia, cuyos habitantes, también asisten a la misa de cuerpo presente del nieto. La iglesia está llena. Toda la comunidad está conmocionada y compungida por la muerte del niño y la manera trágica en que se produjo: un caballo lo mató de una patada en la frente.
El sacerdote también está conmovido, levanta los ojos al cielo, ora a Dios por el alma del pequeño difunto, y al bajarlos posa la vista en los rostros de la multitud que desborda la iglesia, y ve caras curtidas por el trabajo y el sacrificio impotentes ante la fatalidad del destino, tristes, profundamente tristes, y su corazón se contrae en un impulso de angustia que lo ahoga. Permanece mudo. La boca seca. Las palabras atragantadas. Una lágrima rueda por la mejilla. El féretro del niño lanza destellos de estrellas a la luz de las velas. La colonia está de luto. El cura logra continuar. Su voz es un débil murmullo. Las almas estás unidas por un mismo dolor.




El responso concluye. Los hombres toman el ataúd de las manijas. La madre cae en llanto desgarrador. Comienza la procesión al cementerio. Una cruz con el nombre del niño, varios estandartes, y el sacerdote van detrás. Cae una llovizna tenue. Moja los rostros y el cuerpo. Confunde en un abrazo lluvia y lágrimas. La procesión se desplaza lenta, al paso que impune el cura. Llegan al cementerio. Ingresan. Depositan el pequeño cajón en la fosa no menos pequeña. El sacerdote hace lo que la Iglesia y Dios le mandan. El sepulturero tira palabras de tierra sobre el cuerpo del niño. Lo sepulta. La multitud canta el Schiksal. La madre cae en un desmayo. Los familiares la socorren. La reaniman. Pero ella ya no desea vivir. Terminada la ceremonia tiran agua bendita sobre la tumba fresca en la que colocaron coronas de flores con leyendas como “Mamá y papá”.  Nadie quiere ser el primero en dejar el lugar. La madre no quiere irse, desea ser enterrada con su niño, con su pobre bebé que ahora yace bajo tierra para siempre. Solo. Muy solo.

domingo, 28 de agosto de 2016

Herencia Alemana - En Vivo 2014 - Vol. 1

Grupo integrado por Walter Riedel - Javier Rikert- Maxi Ruhl- Mariela Wendler- Mely Stauch, grabacion en vivo con temas tradicionales y diferentes estilos musicales

Album:  En Vivo.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 37.5 Mb.
Caratulas: Frontal .
Año: 2014.
Sonido: Excelente.
 
01- Marcha del Inmigrante.
02- Tres ratas, tres gatos – Entre amigos.
03- El cepillo – La paisana .
04- Juanita – El toro.
05- Cumbia del fede – El cafetal.
06- Si dijeras que si.
07- No tengo tabaco no tengo papel.
08- Como el marinero.
09- La cau .
10- Tarantella
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miércoles, 24 de agosto de 2016

Historia de vida del abuelo Agustín Hoffmann

Vivir era una responsabilidad desde el momento que nacíamos. No solamente debíamos ser responsables de nosotros mismos, sino que cargábamos con el peso de toda la familia desde niños. Cada integrante del grupo familiar tenía que aportar lo suyo para el sustento diario. Llevar alimentos a la mesa era toda una odisea. Éramos muchos: hermanos, mamá, papá, abuelos, algunos tíos, todos viviendo bajo el mismo techo.
Nosotros éramos catorce hermanos. Mamá y papá. Dos tías y tíos. Varios primos. Abuelos. Todos sentados alrededor de una mesa de madera grande. Todos sufriendo calladamente la miseria de ser pobres. En una casa donde, a veces, faltaba hasta lo más indispensable. Era duro acostarse y levantarse con hambre. Pero… ¡ojo! ¡Jamás se nos cruzó por la cabeza salir a la calle a pedir limosna! Eso se consideraba indigno para una familia trabajadora y honesta. Era una humillación. Si nos daban, por supuesto, aceptábamos el obsequio; pero pedir nunca.



El dolor me hizo fuerte. El sacrificio me hizo tener más fe en Dios, que nunca nos abandonaba: apretaba pero no ahogaba, siempre nos tiraba un salvavidas. Siempre había una luz al final de la oscuridad. Siempre salimos adelante. Superando mil y una dificultades, incluyendo la muerte de seres queridos. Pero nada ni nadie logró doblegarnos. Trabajamos. Luchamos. Sufrimos. Hicimos mucho sacrificio. Y un día, con tesón, apretando los dientes y el cinturón, logramos sonreír: conseguimos nuestra casa. Mejoramos nuestra vida. Y a partir de allí, a medida que mis hermanos iban creciendo, pudimos darles una vida mejor a mis padres y abuelos.
Así crecí. Me hice hombre. Tengo las manos curtidas, el corazón duro. Trabajo desde los ocho años. No fui a la escuela. No había tiempo. De niño lloré todo lo que tenía que llorar. Nadie me consoló; nadie me abrazó ni me dio ternura. Siempre estuve solo. Solo en el medio de una gran familia que se amaba mucho pero que no lo demostró en ningún momento. Según mi padre, no hubo tiempo para perder en cursilerías, había que utilizarlo para solucionar cuestiones más urgentes, como sobrevivir. Trabajar era lo más importante porque aportaba el dinero para comprar comida.
A simple vista parece que no hubiera tenido infancia. Pero, sin embargo, la tuve. Tampoco puedo decir que fui infeliz porque, a mi manera, fui feliz, muy feliz. Eran otros tiempos, con otros códigos. Recuerdo aquellos años con mucha nostalgia y volvería a vivirlos con mucha alegría. Extraño tanto a mis padres. Las cenas con ellos, con mis hermanos, mis tíos, mis abuelos, sentados alrededor de la enorme mesa de madera, conversando a los gritos, o rezando, o cantando al compás del acordeón. Sí, a pesar de todo, fui muy feliz y muy afortunado de la vida que Dios me dio.

domingo, 21 de agosto de 2016

Grupo Musical Los Amigos - Somos así '2013'

Album:  Somos así.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 37.5 Mb.
Caratulas: Frontal y Trasera .
Año: 2013.
Sonido: Excelente.
01- Decí que si.
02- Vamos a Crespo.
03- Polka tradicional.
04- La higuera.
05- Don Federico.
06- Barrilito de cerveza.
07- De baile en lo Tencho.
08- Halber narr .
09- Mi abuela dijo.
10- Mi novia tiene ojos azules.
11- La perla del Tirol.
12- No volveré.
13- Corrido tradicional.
14- Ando de borrachera.
15- En una jaula de oro
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miércoles, 17 de agosto de 2016

¿Qué significaba ser niño en la época de nuestros abuelos?

Realizar un estudio sociológico para responder a esta pregunta -¿Qué significaba ser niño en la época de nuestros abuelos?- no es tarea sencilla. Porque no existen datos escritos respecto a estudios previos que se puedan tomar como base ni tampoco hay evidencia de que alguien se haya planteada este interrogante con anterioridad. Asimismo es muy difícil encontrar en la sociedad de hoy parámetros válidos para entender la función de los niños y los jóvenes en la sociedad de los alemanes del Volga de los primeros años de las colonias. La niñez como etapa de juegos, de socialización a través del contacto con otros niños y con adultos, de aprendizaje elemental, de estímulo a la inteligencia, de afecto, cariño y abrigo, es algo que surge con las ideas contemporáneas que asimilaron sus descendientes en la República Argentina.
 
 Los niños tenían que comenzar a desarrollar trabajos de adultos
desde muy pequeños para colaborar en la economía del hogar.
Fotografía de Lewis Hine

La niñez constituía un lapso de la vida desdibujado y hasta contradictorio -al menos con lo que hoy considerarnos la niñez-, en tanto se esperaba de ella una conducta adulta o casi adulta. Ello se probaría con el esfuerzo laboral que los niños -por lo menos los de las clases populares- debían realizar desde muy pequeños y la sociedad les exigía un comportamiento adulto que se expresaba en una disponibilidad para el trabajo de un modo u otro. No es que los niños no gozaran de sus juegos, simplemente tenían un espacio limitado entre otras obligaciones, como por ejemplo, ayudar desde pequeños a sus padres.
Del estatus del niño podría sintetizarse en el concepto de "transición a la adultez", que es el que mejor calza para definir la etapa de la adolescencia. Es decir, más que de un período importante de la vida de todos los individuos, se trataba de una edad de pasaje a la mayoría de edad, que era lo que verdaderamente contaba.
Pareciera que en sí mismo, el lapso de vida infantil no tuviera sentido más que en su prospección adulta, es decir, como una necesaria transición para transformarse en una persona mayor.
Estas consideraciones no quieren reflejar necesariamente que en el pasado los niños no fueran queridos o no recibieran afecto. Los hombres y las mujeres somos moldeados desde nuestra llegada al mundo psicológicamente por una constelación de valores, sentimientos, contacto físico y social, creencias y tradiciones, que son cambiantes. Los sentimientos, el afecto, el amor o ¡a ternura se transmitían (de otro modo, y de acuerdo con los moldes y representaciones sociales en que fueron socializados los individuos en esa sociedad, en la que los roles femeninos y masculinos, de padres e hijos, de jóvenes y viejos, eran definidos de acuerdo con las pautas prevalecientes. Surge con claridad que el niño no ocupaba un lugar central en la familia y la sociedad como hoy lo ocupa, sujeto privilegiado en los desvelos de los progenitores y de los educadores.

domingo, 14 de agosto de 2016

Los Nuevos Waigandt - 20 Años de Ritmo Felicidad '2005'

Excelente trabajo musical de los Waigandt con las dos voces de Marcelo y Oscar, es el ultimo materail que grabaron juntos en un disco.
Album:  20 Años de Ritmo Felicidad.
Bitrate: 192.
Tamaño del archivo: 58.5 Mb.
Caratulas: Frontal y Trasera .
Año: 2005.
Sonido: Excelente.

01- Casamiento en Villa Clara.
02- Rouber vals.
03- Justo a mi edad.
04- La pelota de cuero.
05- Puentecito la picada
06- Hablemos corazon.
07- Sueño contigo.
08- Mil cantinas.
09- Ladrillo Bayo.
10- Todos queremos mas.
11- Seleccion de vales
12- Cantando.
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miércoles, 10 de agosto de 2016

¿Qué tipo de colonias se fundaron en el país durante los años en que llegaron los alemanes del Volga?

Es por demás conocida la historia de cómo se afincaron los alemanes del Volga en el país. También sabemos el tipo de contrato que firmaron y el acuerdo al que llegaron para fundar una determinada clase de colonias. Pero asimismo es interesante extender la mirada y observar con criterio amplio qué acontecía en el resto del país y preguntarse: ¿qué clase de colonias propiciaba fundar el gobierno argentino al alentar el ingreso masivo de inmigrantes? La respuesta la encontramos en la obra del Reverendo William C. Rhys, escrita en 1902.

William C. Rhys llegó a la Argentina a fines del siglo XIX para hacerse cargo de la iglesia bautista en Chubut, donde permaneció quince años, sirviendo pastoralmente a la grey galesa. De regreso a su tierra natal, Gales, en 1902 escribió sus memorias, que recién fueron publicadas hace unos pocos años por uno de sus nietos.
En esta obra, titulada “La Patagonia que canta”, el reverendo, con abundantes datos recogidos en el lugar, traza la historia de los pioneros galeses que el 28 de julio de 1865 arribaron al país para colonizar una porción de tierra patagónica. De entre su pintoresco relato, donde revive la epopeya colonizadora de sus compatriotas, es interesante extraer un párrafo en el que reflexiona respecto a las clases de colonias que se establecían en la Argentina a finales del siglo XIX, durante el masivo arribo de inmigrantes.
El reverendo Rhys explica que eran tres. A saber: “1) Algunas son solamente especulaciones lucrativas de aventureros. Los hombres celebran contratos con el gobierno para asentar tantos hombres en tantas leguas de tierra. El gobierno asegura las mayores facilidades y parte de la concesión se divide en pequeños lotes, que son vendidos al precio más alto que se pueda obtener de los colonos. La parte restante de la concesión se reserva hasta que la colonia haya ganado un buen nombre y buenas perspectivas. Se ayuda a los colonos con comida, animales, implementos, semillas, alambrados, etcétera, y se les facilita el crédito. Esta clase de colonias por lo general es la ruina de los colonos pobres que, confiados en el éxito, son fácilmente inducidos a la especulación y arrastran el asfixiante peso de las deudas. Bajo esta carga, después de luchar contra algunas temporadas malas y otros incidentes desafortunados, comunes a las mejores colonias en estado embrionario, son aplastados y sucumben; los lotes, las mercancías y las mejoras vuelven a sus antiguos dueños. De esta forma hay muchos colonos trabajando para las compañías ferroviarias.
2) Las colonias establecidas directamente por el gobierno son de otra clase. La gente es inducida a colonizar mediante el ofrecimiento de una generosa porción de tierra y una asistencia sabia y limitada para comenzar. El progreso .de estas colonias es más lento y menos ostentoso al principio, pero también es menos desastroso para los colonos sin capital, que con el correr del tiempo suelen ser los más prósperos. Las desventajas radican en que estas colonias por lo general están ubicadas en distritos alejados de mercados convenientes, etcétera. Los especuladores tienen una manera sutil de conseguir las mejores tajadas de tierra para sus propias concesiones.
3) A la tercera clase pertenecen las colonias creadas por filántropos, por medio de las cuales buscan establecer una comunidad de acuerdo con alguna idea y así producir, desde cierto punto de vista, una sociedad modelo.
Estos hombres obtienen una concesión de tierra y la colonizan con inmigrantes especialmente conseguidos a ese fin. Algunos de estos colonos tienen éxito y otros no. Y en caso de fracasar, los filántropos son los que pierden.
Por otra parte, si estos fundadores y héroes bien intencionados tienen éxito, reciben como recompensa más aplausos que provecho y más gloria que ganancia. Sin embargo, generalmente la retienen hasta que dejan de estar sobre la tierra”.

domingo, 7 de agosto de 2016

Los Amigos de la Música - 25 años '2013'

Album:  25 Años.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 58.5 Mb.
Caratulas: Frontal y Trasera .
Año: 2013
Sonido: Excelente.
01- Polka tradicional.
02- Vals de la nieve.
03- La chica de treinta y tres
04- Asi se baila el chamame
05- El taca taca del motor.
06- Aus BAhmen komnt die musik.
07- Fiesta en Zurich.
08- Liliana.
09- Dulce amor.
10- La hija del verdulero..
11- El arisco.
12- Los strudel de la abuela.
13- Animando el bailongo.
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miércoles, 3 de agosto de 2016

Tener un “fóbal de cuero número cinco” era el sueño de los niños de las colonias

Los objetos que acompañan nuestra vida hablan de nosotros, de nuestros gustos, costumbres, recursos y carencias; suelen traernos la memoria de los antepasados; de sus antiguos poseedores o de quienes nos los regalaron; y, en todos los casos, aunque no siempre seamos conscientes de ello, nos vinculan con las personas, generalmente desconocidas, que los inventaron y fabricaron. Los objetos pueden contar nuestra historia, pero a la vez cada uno de ellos resume en sí mismo una historia. Además de ser biográficos, son manifestaciones de una cultura.
En este caso en particular, presentamos un artículo sobre un objeto de juego común entre los niños de todas las épocas, que es la pelota. Y lo presentamos desde un atractivo cuento de Felisberto Hernández.

“El máximo sueño de los abuelos de las colonias, cuando niños, era poseer un “fóbal número cinco”,  lo que significaba tener una pelota de fútbol de cuero como  la que utilizaban los jugadores de primera división. Por supuesto que, salvo raras excepciones, esto era algo que estaba lejos del bolsillo de todos los padres. Porque era un objeto carísimo.

La pelota (Por Felisberto Hernández.)

Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una casita pobre. Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que yo veía a cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no podía comprármela, y que no la cargoseara; después me amenazó con pegarme; pero al rato y desde la puerta de la casita —pronto para correr— yo le volví a pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó de la máquina donde cosía, yo salí corriendo. Sin embargo ella no me persiguió: empezó a revolver un baúl y a sacar trapos. Cuando me di cuenta que quería hacer una pelota de trapo, me vino mucho fastidio. Jamás esa pelota sería como la del almacén. Mientras ella la forraba y le daba puntadas, me decía que no podía comprar la otra y que no había más remedio que conformarse con ésta. Lo malo era que ella me decía que la de trapo sería más linda; era eso lo que me hacía rabiar. Cuando la estaba terminando, vi cómo ella la redondeaba, tuve un instante de sorpresa y sin querer hice una sonrisa; pero enseguida me volví a encaprichar. Al tirarla contra el patio el trapo blanco del forro se ensució de tierra; yo la sacudía y la pelota perdía la forma: me daba angustia de verla tan fea; aquello no era una pelota; yo tenía la ilusión de la otra y empecé a rabiar de nuevo. Después de haberle dado las más furiosas "patadas" me encontré con que la pelota hacía movimientos por su cuenta: tomaba direcciones e iba a lugares que no eran los que yo imaginaba; tenía un poco de voluntad propia y parecía un animalito; le venían caprichos que me hacían pensar que ella tampoco tendría ganas de que yo jugara con ella. A veces se achataba y corría con una dificultad ridícula; de pronto parecía que iba a parar, pero después resolví dar dos o tres vueltas mis. En una de las veces que le pegué con todas mis fuerzas, no tomó dirección ninguna y quedó dando vueltas a una velocidad vertiginosa. Quise que eso se repitiera pero no lo conseguí. Cuando me cansé, se me ocurrió que aquel era un juego muy bobo; casi todo el trabajo lo tenía que hacer yo; pegarle a la pelota era lindo; pero después uno se cansaba de ir a buscarla a cada momento. Entonces la abandoné en la mitad del patio. Después volví a pensar en la del almacén y a pedirle a mi abuela que me la comprara. Ella volvió a negármela pero me mandó a comprar dulce de membrillo. (Cuando era día de fiesta o estábamos tristes, comíamos dulce de membrillo). En el momento de cruzar el patio para ir al almacén, vi la pelota tan tranquila que me tentó y quise pegarle una "patada" bien en el medio y bien fuerte; para conseguirlo tuve que ensayarlo varias veces. Como yo iba al almacén, mi abuela me la quitó y me dijo que me la daría cuando volviera. En el almacén no quise mirar la otra, aunque sentía que ella me miraba a mí con sus colores fuertes. Después que nos comimos el dulce yo empecé de nuevo a desear la pelota que mi abuela me había quitado; pero cuando me la dio y jugué de nuevo me aburrí muy pronto. Entonces decidí ponerla en el portón y cuando pasara uno por la calle tirarle un pelotazo. Esperé sentado encima de ella. No pasó nadie. Al rato me paré para seguir jugando y al mirarla la encontré más ridícula que nunca: había quedado chata como una torta, Al principio me hizo gracia y me la ponía en la cabeza, la tiraba al suelo para sentir el ruido sordo que hacía al caer contra el piso de tierra y por último la hacía correr de costado como si fuera una rueda.
Cuando me volvió el cansancio y la angustia le fui a decir a mi abuela que aquello no era una pelota, que era una torta y que si ella no me compraba la del almacén yo me moriría de tristeza. Ella se empezó a reír y a hacer saltar su gran barriga.
Entonces yo puse mi cabeza en su abdomen y sin sacarla de allí me senté en una silla que mi abuela me arrimó. La barriga era como una gran pelota caliente que subía y bajaba con la respiración. Y después yo me fui quedando dormido.

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