domingo, 26 de febrero de 2017

Die fidelen Oberfranken - Oktoberfest Instrumental Party Polka Hits CD 2 '2014'

Temas tradicionales de las Oktoberfest, versiones espectaculares intrumentales con polcas, schotis y vals, el volumen 02
Album: Oktoberfest Instrumental Party Polka Hits CD 2.
Bitrate: 192.
Tamaño del archivo: 75.9 Mb.
Caratulas: Frontal
Año: 2014
Sonido: Excelente.
01- Beim Stelldichein in Oberkrain.
02- Auf der Vogelwiese .
03- Feuerwehr-Polka  
04- Dem Land Tirol die Treue
05- Marsch der freiwilligen Feuerwehr
06- Dahoam is dahoam .
07- Morgenmuffel.
08- Oh Katharina.
09- Der Paul und sein Gaul.
10- Die Rose vom Woerthersee.
11- Drei weisse Birken
12- Ein Abend mit Volksmusik
13- Fuchsgraben.
14- Glueck im Schwarzwald
15- Liebe kleine Schwarzwaldmarie.
16- Rennsteig-Lied.
17- Verliebt in die Heimat.
18- Wo der Wildbach rauscht
19- Egerland-Heimatland.
20- Wir gratulieren
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miércoles, 22 de febrero de 2017

Una historia en el río Volga

El río Volga es un río caudaloso. Sus aguas se llevan todo lo  que osa ponerse en su camino durante su extenso recorrido, hasta las vidas de las personas que tienen el valor de desafiarlo durante su extenso recorrido. Como se llevó a uno de mis antepasados que intentó huir para escapar de la persecución rusa durante la gestación de la revolución que cambiaría la historia del gran imperio zarista. Él murió ahogado mientras alentaba a sus descendientes a seguir adelante. Para que salieran de aquella tierra que de pronto se había vuelto hostil y ajena. Esa tierra dónde hasta ayer se levantaban sus aldeas, sus  hogares y florecían sus sueños en inmensos campos de trigales


domingo, 19 de febrero de 2017

Los Amigos Musiqueros - A Todo Ritmo '2016'

Excelente materail de los amigos musiqueros con temas ineditos y todos los estilos. Cuytos integrates son Daniel Schonhals Techados y voz, Emiliano Eberhardt 2da. acordeon y Jorge E. Patt en voz y acordeon
Album: A Todo Ritmo.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 40.9 Mb.
Caratulas: Frontal y trasera
Año: 2016
Sonido: Excelente.
01- Detras de la luna.
02- El Tractorcito de Don Elio.
03- El abuelo y la Abuelo.
04- La pobreza.
05- Amor eterno
06- Entre amigos y chamame - Acordeon Tuya Pora.
07- El aparato.
08- Polka para Don Carlos.
09- Te mentí.
10- Para ti.
11- Polka tradicional.
12- Recordando a los Abuelos.
13- Vuelve junto a mi
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Agradecimiento Especial a Ruben Abel Eichhorn de General Ramirez  por compartir este material.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Historia de un inmigrante

Luego de aproximadamente un mes de viaje, cruzando el inmenso océano Atlántico, soportando tormentas y tempestades y malos tratos de la tripulación, Joseph Melchior descendió del barco, en Buenos Aires, acompañado de su esposa, Dorotea Simon, y sus hijos. Un lugar nuevo y extraño. Un idioma totalmente ajeno. Un puerto que bullía de extranjeros que llegaban escapando del hambre, de la miseria, de las guerras, de las persecuciones raciales y de los prejuicios sociales. Un universo de personas de todas las razas, creencias e ideologías. Un mundo de gente buscando la tierra prometida.
En el bolsillo del saco llevaba las cartas que había intercambiado con familiares que llegaron al país unos años antes como avanzada, fundando colonias y aldeas en la inmensa pampa indómita.  En ellas estaban grabadas para siempre las palabras que viajaron por meses llevando y trayendo noticias. Desde el Volga, acontecimientos cada vez más tristes, más dolorosos y más traumáticos. Desde la Argentina, sucesos cada vez más prometedores y llenos de esperanza.



Solo Joseph Melchior y su familia saben lo que les costó llegar a la estación de trenes de Constitución y obtener sus pasajes, hablando solamente alemán y arrastrando los grandes baúles de madera en los que llevaban todas sus pertenencias. Buenos Aires era una ciudad descomunal para ellos que estaban acostumbrados a vivir en las pequeñas aldeas del Volga. Les producía vértigo moverse entre tantas personas yendo y viniendo desde todos lados y hacia todas partes y ver obras de infraestructura gigantescas jamás imaginadas desarrollándose por doquiera.
Pero llegaron a la estación, compraron los pasajes con dinero que les habían enviado desde la Argentina, y ascendieron al tren. Desde Constitución viajaron varias horas, deteniéndose brevemente en poblados que apenas habían nacido hacía unos años y cruzando hectáreas y hectáreas de campo en los que solamente se veía inmensidad, trigo, vacas y horizonte. Cada vez menos gente a medida que se alegaban de la gran urbe y cada vez menos civilización. Era claro para ellos que todo estaba por hacerse.
Por fin arribaron a destino: Sauce Corto (actualmente ciudad de Coronel Suárez). Los estaban esperando parientes y amigos. Abrazos, alegría y llanto. Todos querían información. Los de aquí querían saber de allá, de los familiares que habían quedado en las aldeas del Volga, y los que llegaban, querían saber de las nuevas colonias que se habían fundado hacía apenas unos años aquí.
Satisfechas momentáneamente las curiosidades, todos ascendieron a los carros, amontonando baúles en los lugares y espacios que encontraron, y partieron rumbo a Kamenka (en el presente pueblo Santa María), donde los esperaban los fundadores de la localidad y una vida nueva.

domingo, 12 de febrero de 2017

Elda y su conjunto - Homenaje a Manija '2006'

En este album homenajeaban a su amigo Manija, el grupo estaba integrado por Reinaldo Schell en acordeon, Jorge Schell en teclado, saxo y voz, Jhoan Gelroth en piano -  Bajo, Emmanuel Jung Bateria, Elda Schell en Voz y acordeon verdulera y Estefania Folmer en voz
Album: Homenaje a Manija.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 29.9 Mb.
Caratulas: Frontal y Trasera
Año: 2006
Sonido: Excelente.  
01- Amigo manija.
02- Fiesta alemana - Adelita.
03- Mexico lindo.
04- Cloni pop.
05- Puentecito la picada - El dominguero - Merceditas
06- Te gastare la piel.
07- La gata.
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miércoles, 8 de febrero de 2017

Historia de vida de la abuela Clara Weinbender, de 92 años

Sentada a la sombra de una higuera, a pocos metros de la casa dónde reside desde el día en que nació, hace exactamente noventa y dos años, doña Clara Weinbender evoca su pasado. Su mirada recorre la galería, el jardín, el patio y se pierde en la lejanía del fondo, donde se levanta el Nuschnick y se ve el verde de la quinta de verduras. “Aquí jugué a ser mamá con mis amigas y aquí fui mamá de verdad, cuando nació mi primer hijo” –recuerda.
Doña Clara cuenta que de niña tuvo poco tiempo libre para jugar porque en aquellos años todos los niños tenían que ayudar en la casa y en la crianza  de los hermanos, que siempre fueron  muchos. En su caso, trece. Trece hermanos, más ella y sus dos padres: dieciséis personas sentadas alrededor de una mesa para comer.


“Yo empecé a trabajar a los nueve años –revela. A los nueve años mi mamá me mandó a trabajar a casa de una señora que había quedado viuda con un bebé. Yo tenía que cuidar al bebé y lavar la ropa de todos los integrantes de la casa, que eran la viuda, el bebé y tres hijos más. La señora me pagaba un pequeño sueldo, se lo daba a mi mamá, que lo usaba para comprar cosas para alimentar a la familia. Mi mamá  cobró todos mis sueldos en todos los trabajos que tuve mientras permanecí soltera, hasta los veintiún años”.
“A los veintiuno me casé –agrega- y me fui a trabajar al campo, con mi marido. Fueron años duros. Se trabajaba mucho y no se ganaba nada: todo el mundo se aprovechaba de los peones de campo y encima, a las mujeres no se le paga nada, por más que trabajara de igual a igual con el hombre. Yo hice todo tipo de trabajos, cargué bolsas de trigo y ayudé a arar y sembrar. Y tuve ocho hijos. Fueron años muy duros, muy duros –repite doña Clara con un dejo de tristeza en la voz.
“Solamente teníamos permiso para salir del campo cada tres o cuatro meses. Veníamos de visita a la colonia y nos quedábamos aquí, en la casa de mis padres, porque nunca logramos tener nuestra propia vivienda, porque lo que ganábamos  con nuestro trabajo y sacrificio apenas nos alcanzaba para comer y vestirnos” –sostiene.
Y acota: “El resto del tiempo estábamos en el campo, solos, mi marido, mis hijos y yo, trabajando para un patrón que casi no veíamos nunca. Viviendo en un rancho que se caía a pedazos y solamente tenía cocina y una habitación para todos. ¡Pero qué se le va a hacer! ¡No quedaba otra!”.
“Con el tiempo –continúa doña Clara-, yo me vine a casa de mis padres y mi marido se cambió a otro trabajo. Pero siempre de peón rural. Cómo no conseguimos comprarnos una casa, nos quedamos en la casa de mis padres, aquí, dónde nací. Compartíamos la casa de mis padres, una de mis hermanas, con su marido y sus seis hijos, y yo y mi marido y mis hijos, todos juntos”.
“Y la vida fue pasando. También  los sacrificios y los dolores fueron transcurriendo. Mis padres murieron. Mi hermana se mudó a otra ciudad con su familia, buscando mejores condiciones de trabajo y de vida y mis hijos se fueron casando y un día también se me fue mi marido: murió de un ataque al corazón, imprevistamente, durante una fiesta de Navidad, aquí, en esta misma casa. Y me quedé sola. Muy sola. La casa es grande. Solamente uso la cocina y una habitación. ¡Así es la vida! –suspira. “Pero no me quejo: tuve una hermosa familia”.
Doña Clara murió unos meses después de esta entrevista, en la misma casa dónde nació y vivió toda su vida. Sus palabras y sus recuerdos la sobreviven en esta nota.

domingo, 5 de febrero de 2017

Lis Akordeonistas - Arriiiiiibaaa!!! '2015'

Grupo de acordionistas de Urdinarrain, entre rios integrado por Elvio Mohr, Bruno correa, Guillermo Koch, Daniel Mohr, Mauro Weitzel, Renzxo Correa, Miguel Neuwirt, Marilina Baver y Gabriel Chevezky
Album: Arriiiiiibaaa!!!.
Bitrate: 192.
Tamaño del archivo: 57.9 Mb.
Caratulas: Frontaly Trasera
Año: 2015
Sonido: Excelente. 
01- A don Victor.
02- Paseando en carro.
03- Fiesta en Zúrich.
04- Contando estrellas.
05- Gaita Maluca.
06- Zapateando.
07- Inmigrante fest.
08- En Múnich hay una cerveceria.
09- Tiempo alegre.
10- Gertrudis.
11- Las tres Marias.
12- Bella morena.
13- Recuerdo de las colonias
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Agradecimiento Especial a Ruben Abel Eichhorn de General Ramirez  por compartir este material.

miércoles, 1 de febrero de 2017

No recuerdo a mi madre sin hacer nada, siempre estaba trabajando

Mamá nos esperaba al regresar de la escuela con una fuente llena de Kreppel espolvoreados con azúcar y una taza de leche. Eran las cinco de la tarde. Después había que ir a encerrar las vacas para ordeñarlas a la mañana siguiente. En ese trabajo, sentados bajo la intemperie de los crudos inviernos de la pampa, también participaban los niños. Mis hermanos y yo. Éramos seis. De entre siete y quince años. Habíamos nacido uno detrás de otro. Mi madre se pasó la vida embarazada y lavando pañales y ropa de bebé cuando yo era niño. Aparte de eso nunca dejó de trabajar en el campo y en la huerta. No recuerdo a mi madre sentada sin hacer nada. La recuerdo siempre trabajando hasta el último día de su vida. Era el ángel guardián de la familia. Ella nunca estaba enferma. Jamás la oí quejarse por nada. Ni siquiera el día que tuvo el accidente, cuando el carro volcó atropellado por un automóvil al subir a la ruta, en 1959 –recuerda Augusto Schamberger.
Desde ese día nada volvió a ser como antes. Creo que recién ahí papá se dio cuenta cuán necesaria era mi madre para que nuestra familia se mantuviera unida y marchara sin problemas de ningún tipo, desde los referidos a los caracteres de cada uno hasta los económicos. Ella velaba por todo y por todos. Cuidaba de la ropa, del dinero, de la salud, de que todos fuéramos a la escuela y a misa. Nunca nos faltó nada. Ni ropa, que ella misma confeccionaba, ni un plato de comida, por más humilde que fuera –acota.





Cuando murió mi madre mi niñez cambio rotundamente. El poco tiempo que tenía libre para jugar lo tuve que dejar de lado para trabajar. Tenía nueve años. Dejé la escuela y me fui a una estancia a ayudar a un peón que trabajaba de mensual. A mis hermanos les pasó lo mismo. Salvo mi hermana, que tenía dieciséis años, que tuve que quedarse con papá, para cocinarle, lavarle la ropa y hacer los trabajos de la casa. Y lo hizo durante toda su vida. Jamás tuvo novio ni se casó. Siempre estuvo atenta a mi padre. Lo cuidó hasta el día que murió, ya viejito. Y ella quedó sola, en la casa de nuestra niñez –remarca.
Crecí y me hice hombre. Me casé. Lentamente me fui alejando de la colonia, de mi hogar paterno, de mis hermanos. Cada vez nos veíamos menos y hoy hace como veinte años o más que no nos hablamos. El tiempo pasa y uno se va poniendo viejo y no se da cuenta. Y hoy extraño aquellos años de mi infancia, aquellos años que pasé en la colonia, junto a mis padres, a mi mamá y a mi papá, esos dos seres hermosos que me dieron todo lo que soy –concluye Augusto Schamberger con un dejo de llanto en la voz.

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