miércoles, 27 de septiembre de 2017

Recuerdos de abuela

Graciela Schneider, oriunda de Pueblo Santa María, habla de su abuela María.

Lo que relata son, seguramente, vivencias compartidas por muchas personas que ciertamente tienen recuerdos adorables de sus abuelos. De mucho tiempo compartido, en momentos en que los padres de los padres ocupaban un lugar central en la familia.
“La abuela ocupó un rol importante en mi vida. Cuando era chica iba al colegio de Hermanas allá. La abuela María, la mamá de mi mamá, vivía a media cuadra de mi casa. Teníamos que ir a la Misa del Niño. La daban a las 6 de la mañana. Yo tenía 6 años, todos queríamos estar, entrábamos a clase a las 8 de la mañana y algunos días de la semana antes teníamos que ir a misa. Me quedaba la noche anterior en la casa de mi abuela. Era la típica abuela de camisón blanco largo de puntillas, con mañanita sobre los hombros”.
Graciela cuenta que “por la noche, antes de dormir, era costumbre rezar arrodilladas a los pies de la cama y después la abuela tiraba agua bendita sobre el lugar en el que íbamos a descansar. Seguro que nos levantábamos a eso de las 5 de la mañana, tomábamos la leche y luego la abuela me miraba desde la puerta de su casa cómo hacía el recorrido hasta la Iglesia. En la Colonia no había luz como ahora, había un foquito en cada esquina. Mi abuela se paraba bajo la luz de la esquina, hacia la avenida donde estaba la Iglesia. En el medio de la cuadra no había luz; está oscuro, mi abuela se quedaba paradita, me daba vuelta, ella no me veía a mí, yo la veía a ella. Se quedaba esperando que entrara en el otro haz de luz, que era el de la avenida. Yo me daba vuelta, levantaba la mano y ella me devolvía el saludo. Me parece verla todavía”.




Graciela iba abrigada en los días de invierno, con las medias tejidas por la abuela, y en los tiempos en que hacía mucho frío fuera y dentro de las casas porque no estaban calefaccionadas como ahora era común que las mujeres –que en su gran medida vestían polleras- se abrigaran con bombachas de lana.
Graciela recuerda cuando la abuela amasaba tallarines: “en las Colonias era muy común el comedor y una cocina de invierno, donde generalmente también había una mesa con sillas. Mi abuela amasaba todo. Cuando hacía los tallarines caseros, los bordes, las colitas que quedaban cuando arrollaban la masa para cortar los tallarines, nos lo daba a nosotros, sus nietos. La cocina a leña ella la limpiaba con una especie de bocha de metal, quedaba tan limpia que uno podía reflejarse en ella! Nosotros poníamos esas colitas sobre la cocina y quedaba como un crocante riquísimo”.
En cuanto al Año Nuevo, “nosotros salíamos a desearle un buen año a la gente en general. En cada casa siempre les daban alguna golosina. Mi abuela, con 9 hijos, tenía muchos nietos. Ella compraba masitas con forma de animales, preparaba pañuelitos blancos y en cada uno de ellos ponía masitas iguales para todos. También esa golosina, las gallinitas que traían un jarabe adentro. Repartía lo mismo para cada uno. Todos llegábamos más o menos a la misma hora y controlábamos que a todos nos hubiera tocado lo mismo”.
Con toda ternura recuerda que le repetía a su abuela María las clases de catequesis, en alemán: “para mí era como que me contaran historias fantásticas. La monja nos contaba las historias del Antiguo Testamento con láminas ilustradas. Ese día yo me quedaba a dormir en la casa de la abuela porque todo lo que me había enseñado la monjita en castellano yo se lo contaba a ella en alemán. Por supuesto que las sabía, pero me escuchaba con mucha atención”.
“Es muy importante que las abuelas no desaprovechen el tiempo con sus nietos, porque eso queda grabado en el alma. La relación entre los abuelos y los nietos es única” finalizó Graciela Schneider.

Fuente: lanuevaradiosuarez.com.ar

domingo, 24 de septiembre de 2017

Zillertal Orchester - A brindar con..... - Vol. 7 '2014'

Album: A brindar con..... .
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 35.2 Mb.
Caratulas: Frontal y Trasera
Año: 2014
Sonido: Excelente
01- Me gusta escuchar un jodler
02- Fiesta en zurich
03- Prosit - Trink, trink , trink
04- Camino a lindenau.
05- Caundo paseo los domingos por la montaña.
06- Viejos camaradas.
07- Rosita.
08- Es pecado mentir - Susurrando.
09- Islas canarias.
10- Mi padre es un autentico appenzeller.
11- Rayito de sol entrerriano.
12- Soñando en el Tirol.
13- El abuelo Jeremias.
14- Auf Wiedersehen.
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miércoles, 20 de septiembre de 2017

La historia de la pequeña Elisa

Don José llamó a su hija de catorce años a la cocina para comunicarle que a partir de mañana comenzaba a trabajar en la casa de su compadre don Pedro, cuya esposa estaba embarazada de cinco meses y tenía que guardar cama hasta el día del alumbramiento, lo que la imposibilitaba de alimentar y atender a sus siete hijos.
A la noche, la niña, llamada Elisa, juntó sus poquitas pertenencias y a la mañana siguiente, llorando, se fue a vivir a la casa de don Pedro. Enseguida comenzó a cumplir con sus tareas: cocinar, lavar, planchar, cuidar y vestir a los niños y asistir a la embarazada en lo que le hiciera falta para hacerle más llevaderos los días en cama esperando el alumbramiento de su octavo hijo.



Elisa pasó, sin transición, de jugar a la mamá con su muñeca de arpillera a asumir todas las responsabilidades de un ama de casa.
Pasaron los meses, nació la criatura tan esperada por don Pedro; pero la madre murió en el parto.
Don Pedro quedó devastado, llorando a su esposa, con el bebé en brazos, rodeado de sus siete hijos. Mientras la pequeña Elisa se hacía cargo de todo. Los niños habían aprendido a quererla y si bien lloraban a su madre, se sentían protegidos y cuidados por ella.
Dos meses después de haber sepultado a su esposa, y haber llorado sin consuelo durante días, don Pedro fue a visitar a don José, el padre de Elisa, para pedirla en matrimonio. Don José no lo pensó mucho. Los hijos necesitaban una madre y don Pedro era un buen candidato.
Quince días después,  don Pedro y la pequeña Elisa se casaron. Elisa cumplía quince años y don Pedro había cumplido treinta y uno hacía apenas tres meses.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Los 4 Ases - El Super Disco de los 4 Ases '1997'

Album: El Super Disco de los 4 Ases.
Bitrate: 192.
Tamaño del archivo: 58.2 Mb.
Caratulas: Frontal .
Año: 1997.
Sonido: Excelente.

01- Yo Ser Ucraniano
02- "Hey" Cara Rota
03- Apóstoles "Ciudad de las Flores"
04- A Curuzu Cuatia
05- Kolomeica Popular Ucraniana
06- Se Aprende Sufriendo
07- Danza de los 4 Ases
08- Sos Mi Amor Linda Tana
09- Misionera Sentimental
10- La Noche Estaba Estrellada
11- En el Corazón de Todos
12- Brindemos Con Chopp
13- Cruzando Entre Ríos
14- Al Inmigrante Gringo
15- Kozak Podilskey
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miércoles, 13 de septiembre de 2017

Para casarse, la mujer debía cumplir con varios requisitos y poseer ciertas virtudes morales

En tiempos de nuestras madres y abuelas, la mujer para casarse tenía saber cocinar, coser, realizar todas las actividades del hogar y colaborar con el marido en los quehaceres rurales.  También tenía que destacarse en sus virtudes personales, en el temor y la fe en Dios, el respeto y la sumisión al esposo y mantener vigentes las tradiciones ancestrales en el seno familiar.


 La mujer cargaba sobre sus espaldas todo el peso de la familia. Por eso conversar con mujeres de edad avanzada significa rescatar y revalorizar y distintas pinceladas de la historia cotidiana de los pueblos alemanes. Ellas nos pueden pintar un cuadro intensamente real de cómo se desarrollaba la vida femenina en los primeros tiempos de las colonias y cómo se desenvolvían sus existencias en una sociedad basada en férreas tradiciones religiosas y arraigadas costumbres machistas y para nada igualitarias.
 “Los sábados mamá nos hacía levantar temprano –recuerda una abuela de noventa años- y había que realizar las tareas de la casa; nosotros teníamos un patio amplio, y como yo era la más pequeña tenía que barrerlo y limpiar los gallineros. Entre todas las hermanas mujeres teníamos que lavar la ropa de toda la familia. Coserla, remendarla, plancharla... porque el lunes los hermanos y papá volvían a sus tareas rurales, en las que también teníamos que colaborar, ayudando en lo que podíamos. En los atardeceres teníamos que regar la quinta con grandes baldes llenos de agua que eran pesadísimos. Además teníamos que carpirla y mantenerla limpia de yuyos. En una palabra: las mujeres, tanto hijas como mamá, hacíamos todas las tareas domésticas más todo el trabajo que nos exigía realizar papá en el campo, donde trabajábamos a la par de él”.
La mujer se pasaba la mayor parte de su juventud embarazada. Cada matrimonio tenía por regla general más de diez hijos. Pero el estar embarazada no la liberaba de realizar las labores que le exigía el marido. Porque él era el jefe de familia y se hacía lo que él decía. Su opinión era sagrada y no se discutía jamás. Esto era así porque en los pueblos alemanes la sociedad se regía por el sistema patriarcal, con códigos que en la actualidad se considerarían machistas y nada igualitarios para la mujer pero que en aquellos años eran aceptados y moneda corriente en la mayoría de las culturas inmigratorias.
“El papel de la mujer era servir a todos los que compartían la familia y su actividad se orientaba a cuidar, alimentar, educar, atender en las enfermedades y acompañar en la hora postrera. Era la ama de casa –reflexionan los historiadores Generoso Stang y Orlando Britos – pero al mismo tiempo estaba sujeta a la misión que se le asignaba. Estaba dotada de autoridad para llevar a cabo su misión de cuidar la economía familiar; dedicarse a la educación de los niños, especialmente a las hijas mujeres a quienes debía instruir en las tareas propias de una mujer; enseñándoles los caminos para administrar su hogar, los conocimientos de cocina, sin descuidar en lo más mínimo la educación religiosa”.
“La mujer se pasaba el día trabajando: elaborando los alimentos; la vestimenta para los integrantes del hogar; hilaba lana; tejía; bordaba” y, como ya dijimos, colaboraba en mil quehaceres más trabajando casi a la par del marido. No era una vida sencilla pero, a su manera, fue feliz. Al menos es lo que sostienen la mayoría de ellas al ser consultadas.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Die fidelen Oberfranken - Alles Walzer von A bis Z '2015'

Album: Alles Walzer von A bis Z CD2.
Bitrate: 192.
Tamaño del archivo: 80.9 Mb.
Caratulas: Frontal.
Año: 2015.
Sonido: Excelente.

01- Es Gibt Kein Bier Auf Hawaii       
02- Fliege Mit Mir In Die Heimat       
03- Gothe War Gut       
04- Gold Und Silber       
05- Ihr Glocken Der Heimat       
06- Grune Tannen       
07- Hande In Die Hoh       
08- Heimweh-Melodie       
09- Hey Nachbarin       
10- Hinterm Huhnerstall       
11- Ich Tanze Mit Dir In Den Himmel Hinein       
12- Ich Mocht Gern Dein Herzklopfen Horn       
13- In Munchen Steht Ein Hofbrauhaus       
14- Junge Komm Bald Wieder       
15- Komm In Den Frankenwald       
16- Mir San Vom Woid Dahoam       
17- Mozartgasse 10       
18- Mutter Gottes Von Altotting       
19- O, Du Mein Frankenland       
20- Patrona Bavarie
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miércoles, 6 de septiembre de 2017

¿Por qué nuestros ancestros deciden marcharse de Alemania?

A finales del siglo XVIII Alemania (por entonces el Sacro Imperio Romano Germanico) era una organización imperial apenas sostenida por la enorme cantidad de principados menores saqueados y arruinados por las sucesivas guerras que tuvieron como escenario su territorio. Las aldeas se erigían humeantes y desoladas, las campiñas, otrora florecientes y productivas, despojadas de toda su riqueza de tanto soportar sobre sus fértiles innumerables batallas y un sinnúmero de muertes: las tierras yacían yermas y vacías como desiertos. Las ciudades se encontraban arruinadas. La población había disminuido de manera considerable. El pueblo estaba sumido en la más absoluta miseria. En resumen: Alemania era un conjunto de principados destrozados por la guerra, los conflictos religiosos, la desigualdad social, las hambrunas y las pestes. Un territorio arruinado y un pueblo hambriento.



Los habitantes de las aldeas apenas conseguían sobrevivir llevando una existencia miserable e indigna, sobreviviendo a costa de tremendos sacrificios mientras la aristocracia residía en enormes y lujosas mansiones, disfrutaba de la fastuosidad y de los adelantos técnicos y científicos que podía dispensar el siglo XVIII, Siglo de las Luces o de la Ilustración, una edad iluminada por la razón, la ciencia y el respeto por la humanidad.
En circunstancias tan tristes y nefastas un anuncio a modo de pregón recorre Europa: un Manifiesto emitido por Catalina II La Grande de Rusia, fechado el 22 de julio de 1763 en San Petersburgo, ofrece a través de leyes extraordinarias la salvación a los desheredados y menesterosos aldeanos. El Edicto prometía a los colonos que desearan emprender la aventura colonizadora de transformar tierras incultas en un territorio civilizado, prerrogativas demasiado atractivas como para ser rechazadas, como la libertad y la tan ansiada paz para construir un presente sin guerras y sin hambre. Por eso no es de extrañar que el 80% de los alrededor de 30.000 europeos que emigraron a Rusia, entre los años 1763 y 1767, fueran de origen alemán.
Es en ese momento crucial de su historia cuando se inicia la epopeya de un numeroso grupo de familias alemanas que dos emigraciones y varias generaciones después serán conocidos mundialmente como descendientes de alemanes del Volga, radicándose, algunos de ellos, en la República Argentina.

domingo, 3 de septiembre de 2017

Herencia Alemana - Un Sueño Que Crece '2015'

Los integrantes son Javier Rikert en Bateria, Walter riedel en Acordeon, Melisa Strauch en Piano, bajo, Maximiliano Ruhl en Acordeon y teclados, Diego Reisch en voz y Nestor Rikert en Sonido

Abum: Un Sueño Que Crece
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 54.2 Mb.
Caratulas: Frontal y Trasera
Año: 2015
Sonido: Excelente
01- Herencia Alemana
02- Prisionero de tus brasos
03- Si no te hubiera visto - El Yaré
04- Juanita - El Toro.
05- Ladriyo bayo - El Cafetal.
06- Rayito de sol entrerriano.
07- Mi maria.
08- Si dijeras que si - Sacate la ropita.
09- No tengo tabaco, no tengo papel.
10- Vivimos sin problemas.
11- El marinero - Mi bomboncito.
12- Rut tuts.
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Agradecimiento Especial a Ruben Abel Eichhorn de General Ramirez  por compartir esta Reliquia.

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