domingo, 28 de junio de 2015

Elda y su conjunto - Mis primeros Pasos '2004'

Se trata de una agrupacion en su mayoria miembros de una misma familia , liderada por Jorge Schell en piano bajo y 2da voz , acompañado por su padre Reinaldo Schell en acordeon a piano , Johann Gelroth en percucion y caja ritmica y por ultimo quien con su personalidad y voz marca un estilo la Srta Elda Schell. Grabar nuestro Primer material discográfico al cual titulamos: “Mis Primeros Pasos”, que en ese momento éramos 5 los integrantes: Se sumaron: Gloria Schell (voz) y Emmanuel Jung (batería).
Album: Mis primeros Pasos.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 55.2 Mb.
Caratulas: Frontral y Trasera.
Año: 2004.
Sonido: Excelente.
01- A mi madre.
02- Am Golf zy Biscaya.
03- Caballo bayo.
04- Juan Payé.
05- Cielito Lindo.
06- Mate cocido.
07- Antonio Gil.
08- Amor de Pobre.
09- La Paisana.
10- Cuando fuera Domingo.
11- Ahi van camino hacia el altar.
12- Corazon Viajero.
13- Cuando te vi.
14- Cuyano y Cordobes.
15- El beso aquel.
16- Nadie es perfecto.
17- Enganchados de Polcas.
18- El sucu sucu.
19- Cuando te vi.
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Agradecimiento Especial a Ruben Abel Eichhorn de General Ramirez  por compartir este material.

miércoles, 24 de junio de 2015

Colonia Madre: Colonia Hinojo

 Hinojo, situada en el centro de la provincia de Buenos Aires, es la colonia madre de los inmigrantes de habla alemana en la Argentina. El viaje lo realizaron en tren hasta Azul (punta riel, en 1878).los restantes 35 km, en carros. La fecha fundacional es el 5 de enero de 1878. Fueron provistos de tierras y semillas, a condición de pagarlas más tarde. Desplegaron una actividad tan intensa en sus labores que ya al año siguiente fueron despachados por el gobierno los primeros títulos de propiedad. En poco tiempo alcanzaron un relativo bienestar, pudiendo edificar su iglesia y escuela parroquial. Cuando las familias fundadoras llegaron a Hinojo se encontraron con casillas ya instaladas. Por suerte era verano. El gobierno les cedió para roturar las tierras tres caballos y un arado. Ya estaba efectuada la división de las chacras. Recibían un número de chacras de acuerdo a la cantidad de hijos varones. Se abocaron de inmediato a construir sus propias casas en reemplazo de las casillas. El pequeño grupo de ocho familias que fundaron a Hinojo, mantuvieron asidua correspondencia con paisanos del Brasil y Rusia, para invitarlos a trasladarse a la Argentina. De ello nació una corriente inmigratoria, que primero fundó la colonia Nievas en 1879 en las cercanías de Hinojo y tres años más tarde la colonia San Miguel, también a pocos km de la de Hinojo. El primer sacerdote que atendió la vida espiritual fue el jesuita padre Auweiler. Luego el arzobispo de Buenos Aires nombró cura párroco al sacerdote Luis Servett, que residía en Colonia Hinojo y visitaba periódicamente las Colonias San Miguel y Nievas. Al fallecer el padre Servett, los sacerdotes del Verbo Divino se hicieron cargo de la dirección religiosa, que hoy siguen ejerciendo.


De estas tres aldeas salieron contingentes para fundar más al sur las tres colonias de Coronel Suárez y de ahí continuaron fundando colonias en la Pampa..
 Dicen Popp y Dennig: “dejamos abierto un camino, nos contentamos de ir acumulando con trabajo duro y sin desmayos una obra positiva en bien del país. Por experiencia sabemos que la Patria somos nosotros mismo, todos los argentinos...y que sólo se realiza cuando todos ponemos el hombro día a día.
    “venciste en la titánica pelea,
     la tierra te entregó doradas mieses
     y el cielo te inundó con sus delicias
     sobre el sudado par de tus arneses.

      Pobre de bienes, de esperanzas rico
      Llegaste como humilde peregrino
      Repletas de ilusiones las alforjas
      Las duras manos, cuna de un destino (extraído de “Hombres rubios en el surco”).

domingo, 21 de junio de 2015

Los Inmigrantes - El Regreso '2012'

El Regreso se denomina el  material discografia numero 7 de este agrupacion de Crespo que despues de varios años ausentes en los escenarios regresan con un nuevo material liderado por Lucho Puntin con varios invitados en este material.
Album: El Regreso.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 55.8 Mb.
Caratulas: Frontral y Trasera.
Año: 2012.
Sonido: Excelente.
01- Die Marie und die Creed - Fiesta tirolesa.
02- Lejana Suiza.
03- Barrilito de cerveza.
04- Funiculí, Funiculá.
05- Don Lorenzo - Juancito.
06- Am golf von Vizcaya.
07- Manojitos de claveles.
08- La gaita de Marilú.
09- La mal peinada - Sobredosis de chamamé.
10- Mantelito blanco.
11- Rayito de sol entrerriano.
12- Catalina.
13- La de vestido rojo - Alegres campesinos.
14- Morenita linda.
15- Paseo montañés.
16- El taca taca del motor.
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miércoles, 17 de junio de 2015

La herencia de los alemanes del Volga

Un estudio relevó el patrimonio arquitectónico que se conserva en las aldeas de los ‘Alemanes del Volga’ (familias que emigraron a nuestro país a partir de 1877) en diversas localidades de la provincia de Buenos Aires. Se pudo reconstruir la historia de sus modificaciones.


TEXTOS. DRA. IRENE MAIER, DIVULGACIÓN CIENTÍFICA DE LA COMISIÓN DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (CIC).
“No todos los pueblos de la provincia de Buenos Aires están construidos con el modelo de manzanas en cuadrículas con una plaza central, o edificadas en torno de estaciones de ferrocarril. En el partido de Olavarría hay varios que tienen un trazado lineal, paralelo a una avenida central”.
Este comentario de un asistente a la conferencia sobre Urbanismo que dictaba la arquitecta y magíster Cristina Vitalone despertó su interés y la llevó a estudiar el patrimonio arquitectónico que se conserva en las aldeas de los ‘Alemanes del Volga’.
Sus fundadores eran descendientes de alemanes que emigraron a Rusia en la década de 1760, convocados por la zarina Catalina II, para colonizar tierras cercanas al río Volga. Muchas familias de este origen se trasladaron a la Argentina a partir de 1877 (amparadas por la Ley de Colonización e Inmigración dictada por el presidente Nicolás Avellaneda), y transplantaron a nuestro país las características de sus aldeas y viviendas en Rusia.

VIVIENDAS TRADICIONALES

La arquitecta Vitalone, que es investigadora de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC), dirigió el estudio sobre el patrimonio urbano y arquitectónico y las tradiciones conservados en los pueblos fundados por los alemanes del Volga en los partidos bonaerenses de Olavarría, Coronel Suárez, Puán y Adolfo Alsina.
“Ellos siguieron las tácticas de construcción defensiva de sus aldeas rusas”, explica Vitalone. “Dividieron las tierras que les asignaron en parcelas alineadas, una junto a otra, a lo largo de una ancha calle principal. Levantaron su iglesia y, cerca de ella, la escuela, los dos edificios más significativos de la comunidad. No proyectaron una plaza central principal, pero en torno a cada iglesia se dejó un amplio espacio abierto, que fue un sitio de reunión de los pobladores”.
“Las viviendas, en su mayoría de ladrillos, son originariamente bloques rectangulares, paralelos a la calle. Están cubiertas por un techo de chapa a dos aguas y debajo de él- hay un entretecho para almacenamiento, ventilado por pequeñas aberturas en cada uno de los muros laterales. Las casas son muy similares entre sí, aunque difieren en detalles como el trabajo artesanal de las aberturas de puertas y ventanas. Algunas ventanas tienen forma de ojivas al estilo ruso”, describe la investigadora.
Al edificio inicial se iban agregando habitaciones perpendiculares a uno de los extremos. Esto da a la casa una forma de ‘L’, que enmarca dos lados de un patio interior. Las habitaciones que dan al patio tienen galerías techadas, con bordes decorados con festones de chapa o de madera tallada.
Otra característica es que estas casas no tienen puertas que den a la calle pero sí al patio interior, al que se accede desde un portón en un lateral del frente del terreno. Cruzando el patio se levantaban construcciones auxiliares, que incluían la letrina, galpones y establos. Al fondo se extendía el huerto, donde se cultivaban vegetales y árboles frutales.

CONSERVACION DEL PATRIMONIO

La investigación en las aldeas volguenses fue realizada por el Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica (LEMIT), perteneciente a la CIC. Incluyó un relevamiento urbanístico y arquitectónico en ocho poblaciones y un registro fotográfico de las viviendas típicas sobrevivientes.
También se colaboró con descendientes de los inmigrantes para elaborar un “cuestionario de valoración” de cada poblado y las “hojas de vida” de las viviendas. Así, se recogieron sus memorias y reconstruyeron las historias de las casas: fechas de construcción, materiales empleados, quiénes las hicieron, familias que las habitaron, sus usos originales y actuales y qué modificaciones tuvieron a lo largo de los años.
Este ejercicio ayudó a fortalecer los lazos entre las comunidades y su legado arquitectónico y surgieron diversas iniciativas para ayudar a conservar el patrimonio original. En una primera etapa, el LEMIT ha relevado los deterioros que presentan las iglesias de Nievas y de San José y algunas casas volguenses. También hay proyectos para promover el turismo a las aldeas. Éstos incluyen la restauración de antiguas viviendas y la puesta en marcha de microemprendimientos basados en la gastronomía típica y en productos tradicionales de los inmigrantes Alemanes del Volga.


Quiénes eran
En junio de 1762, Catalina II ‘La Grande’ (nacida en Alemania) tomó posesión del trono de Rusia. Poco después comenzó a convocar a extranjeros, en particular a los alemanes, para que colonizaran las desiertas tierras cercanas al río Volga.
Para incentivar la inmigración les otorgó una serie de privilegios, entre ellos la conservación de su religión y de su idioma, la exención del servicio militar, una organización escolar propia y la administración de sus aldeas según sus estatutos.
Muchos germanos emigraron a Rusia y se instalaron en la zona del Bajo Río Volga, conservando sus tradiciones familiares. Sin embargo, se les impedía salir de su territorio y a muy pocos se les dejó ejercer la profesión que habían estudiado. Los inmigrantes se dedicaron intensamente a las actividades del campo y las realizaron eficientemente.
Alrededor de un siglo después sus descendientes fueron perdiendo los privilegios concedidos y en la década de 1870 comenzaron a emigrar hacia América buscando mejores condiciones de vida. Uno de sus destinos fue Argentina, donde se establecieron principalmente en las provincias de Buenos Aires y de Entre Ríos.

miércoles, 10 de junio de 2015

Las tradiciones orales en los Alemanes del Volga

Se ha dicho no pocas veces que los inmigrantes educaban a sus hijos con ejemplos y ‘frases hechas’ que iban grabando en la mente y corazón de sus hijos.


Llegada de los Alemanes del Volga a la Argentina

Esta colectividad tiene como característica peculiar haber sido una especie de familia ambulante. Este hecho hizo que no haya desarrollado o mantenido algunas características culturales típicas de los germanos, como la vestimenta, los carruajes, las decoraciones arquitectónicas, entre otras.
A su vez esto está relacionado justificadamente con ese no encontrar un lugar definitivo de radicación y haber tenido que adaptar sus formas y proyectos de vida al ambiente natural donde se establecían. Pero este inconveniente en un aspecto de la cultura favoreció otro: la tradición oral.
Este grupo de alemanes ha desarrollado una espectacular tradición oral que sí pudieron transportar de un lugar a otro, y que está compuesta por un sinfín de canciones, historias, leyendas refranes populares, recetas de cocina, cuentos, adivinanzas, poesías, etc.
Muchos de estos están muy arraigados a la fe y religiosidad, que se conservaron perfectamente en alemán y sus variedades dialectales, y que hoy aún viven en las aldeas o colonias de nuestro país.
Pero precisamente, el haber sido “tradición oral”, también juega con su contraposición de ser esencialmente oral y de que no hayan quedado prácticamente documentos escritos; esto forzó una disipación cuando a través del tiempo se modificaron las situaciones económicas, ideológicas, culturales o religiosas.
Señalamos como ejemplo el paso de la aldea a la ciudad, la migración de los jóvenes, nuevas ideologías en torno a la concepción de familia, la religión, el matrimonio con personas de otra raza.
Esto se explica como que a partir de todos estos aspectos, la tradición oral comienza a decaer de una generación a la otra: ya no es tan fácil transmitir los valores que estuvieron presentes por tanto tiempo en la familia o la comunidad. Fue precisamente en la familia o en la comunidad donde se mantuvieron vivos. Esto se debe a que no aprendieron a cantar de libros, sino que lo hicieron en un grupo familiar, memorizaron los dichos y refranes porque los escucharon de otros y los repitieron. No estudiaron las teorías de las recetas, sino que las aprendían porque desde pequeños ayudaban en las tareas de la casa. Toda esa cultura, que desde hace unas décadas viene en decaimiento, que incluso amenaza con desaparecer, está cargada de un valor ineludible que les permitió vivir, sobrevivir e idear su identidad durante varios siglos.
Inclusive muchos de estos elementos culturales aún existen en Alemania (canciones, refranes, etc.). Estos han servido para la educación, como consejos hacia los más jóvenes, para expresar valores éticos, opiniones, costumbres, sentimientos.
Es muy común encontrar por ejemplo refranes para cada etapa de la vida, y estos a su vez están constituidos por pocas palabras que si son traducidas al castellano muchas veces carecen del sentido original que tienen en alemán o sus dialectos.
Tal vez por esto, hoy muchos jóvenes que ya no entienden el dialecto de sus mayores perdieron todo tipo de interés o valor por conservar o rescatar este tipo de elementos culturales que mantuvieron la identidad de un pueblo. Los que tuvimos la posibilidad de conocer a nuestros abuelos, pasar horas con ellos, y seguramente vivir los mejores momentos de nuestra infancia a su lado, probablemente nos resultarán conocidos aquellos dichos como: werd mer so alt wie eine kuh un lernt immer was dazu (Uno llega a ser tan viejo como una vaca, y siempre llega a aprender algo más); wann mer alles wisst, werd mer bald Reich oder ein Narr (Si uno supiera todo, pronto sería muy rico o loco); Wer am letzte lacht, lacht am schönste (El que ríe último, ríe mejor); Di Nase ziert den mann, der Arsch ziert die Frau (La nariz embellece al hombre, la cola embellece a la mujer); Den Mann und der Hund hinaus, Die katz un di Frau ins Haus (El hombre y el perro fuera de la casa, la mujer y el gato adentro); jeder Topfchen fin sein deckelchen (Toda olla encuentra su tapa); Kleinen Kinder, kleinen Kreuzer, grossen Kinder, grossen Kreuzer (Hijos pequeños, cruces pequeñas, hijos grandes, cruces grandes); Wart von deinen Kinder, dass du für deinen Elder gemacht hast (Espera de tus hijos lo que hayas hecho por tus padres); Comen wir hüber den Hund, comen wir hüber den Schwans (Si logramos cruzar el perro, también lograremos cruzar la cola); So mir, so dir; so der Löffel, so der Stiel (Así a mí, así a ti; así la cuchara, así su mango); Der Apfel fällt nicht weit von Stamm (El fruto no cae lejos del árbol).
Estos son algunos ejemplos de la gran cantidad de refranes que podemos coleccionar. Pero antes y sin lugar a duda es nuestro deber intentar rescatar, revalorizar y conservar el patrimonio folclórico oral que nos han dejado nuestros abuelos, de gran valor cultural, puesto que esto nos permitirá seguir reconstruyendo el tiempo que tenemos por delante, sin caer en el absurdo desconocimiento de que sea reemplazado, o lo que es peor, olvidado.
Recordemos aquellas palabras de los mayores: Schlag den alten Hund nicht tot ob der Junge nicht Kauze hat gekonnt (No mates al perro viejo hasta que el nuevo no aprenda a ladrar).
¡Cuán efectivas deberían ser para nosotros hoy esas palabras…!

Cintia Wendler (Revista “Raíces Alemanas”, Febrero de 2012)

domingo, 7 de junio de 2015

Grupo Musical Los Amigos - Tiempos hermosos que no volverán '2012'

Grupo de Estacion Los Charrúas, Entre Rios, siendo este el Volumen 05 con mucho ritmos y poesías en sus interpretaciones de temas clásicos de los alemanes del volga
Album: Tiempos hermosos que no volverán.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 41.2 Mb.
Caratulas: Frontal.
Año: 2012.
Sonido: Excelente.
01- Nos mudamos a América.
02- A nuestra gente alemana.
03- Si siempre quedara así.
04- La tirolesa.
05- Don Manuel.
06- Argentina : 200 años.
07- Simplemente recuerdos.
08- Visita de los domingos.
09- Tiempos hermosos que no volverán.
10- Marikie.
11- Mi sombrero tiene tres puntas.
12- Remontando barriletes.
13- Cielito lindo.
14- Selección de valses alemanes.
15- Elisa se queire casar
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miércoles, 3 de junio de 2015

Alemanes del Paraná

Cerca de Paraná, un grupo de colonias fundadas por alemanes del Volga conservan sus tradiciones y el idioma que trajeron consigo desde Europa, a la sombra de las lomadas que marcan el paisaje entrerriano. Un paseo por estos pueblos que cultivan cereales y están creando un museo para rendir homenaje a los primeros pobladores.

Cuesta pensar, a la vista de estos campos de trigo que se ponen dorados bajo el sol y se mueven rítmicamente según los caprichos de la brisa, que existe otro mundo fuera de estas suaves lomadas que marcan el lado oriental del Paraná. Estos campos hoy atravesados por rutas que parecen siempre tranquilas a pesar de la cercanía con la capital entrerriana fueron, hace más de un siglo, la tierra prometida de los colonos que llegaron desde Rusia para poblar una región tan remota como desconocida, cuando la nación argentina recién empezaba a conformarse. Fueron pioneros, y de algún modo lo siguen siendo, ya integrados a la tierra que recibió a sus antepasados y les dio una nueva cultura y un nuevo idioma.

El paseo por las Aldeas Alemanas sale de Paraná por la RP11, que lleva hacia Diamante y Victoria. A un lado queda el río Paraná; del otro, las vías del ferrocarril: poco después de comenzar el viaje, vale la pena hacer un alto en la Escuela Rural Normal Alberdi, que fue la primera de sus características en América latina. Fue fundada en 1904 por impulso del gobernador Enrique Carbó, que quería una escuela normal rural en cada departamento de la provincia. Desde la escuela, donde los alumnos residen de lunes a viernes y reciben formación como técnicos agrarios, hay que recorrer unos 500 metros para llegar hasta el Observatorio Oro Verde, el lugar ideal para explorar el cielo en las noches despejadas y aprender a descifrar los misterios que guarda el firmamento del Hemisferio Sur. “Oro Verde explica Natalia, la guía de ViajeLenguaje que organiza la visita a las aldeas alemanas le debe el nombre a la fertilidad de la tierra. Y está a la vista: aquí mismo en la escuela se venden los alimentos artesanales que elaboran los propios alumnos, desde quesos hasta dulce de leche, escabeches y productos de huerta.” En Oro Verde, además, tienen sede las carreras de Bioingeniería y Bioinformática de la Universidad de Entre Ríos.

Pero sin salir siquiera de la Escuela Alberdi ya aparecen las primeras huellas de los colonos que marcaron la región: es un típico carro ruso, propio de la cultura traída por los alemanes del Volga, ubicado frente a un archivo-museo que funciona junto a la proveeduría del complejo. El carro simboliza el trabajo de la tierra que caracterizó a aquellos inmigrantes, llegados después de recorrer un largo camino: “Eran familias relata Natalia que habían sido llevadas a Rusia por la zarina Catalina II, a fines del siglo XVIII, cuando publicó un manifiesto invitando a los alemanes que quisieran habitar el suelo ruso. Aunque cambiaron de país y de paisaje, tenían licencia para conservar su cultura y su idiosincrasia: podían hablar alemán, conservar su religión y evitar el servicio militar. Pero no todo era favorable: los nuevos pobladores sufrían el frío y los ataques de los pueblos invasores deseosos de ocupar sus tierras. Otro zar, Alejandro II, les redujo los beneficios de habitar el suelo ruso. Fue así que casi un siglo después aquellos alemanes del Volga volvieron a mudarse, en busca de nuevas tierras, a las llanuras de Sudamérica. En la Argentina se ubicaron sobre todo a orillas del Paraná, aunque el primer asentamiento fue en Colonia Hinojo, en la provincia de Buenos Aires. Con el tiempo se fueron dispersando por el resto de Entre Ríos y por otros lugares del país”.

Dejando atrás el carro, nos adentramos un poco en los terrenos de la escuela hasta una laguna donde una familia de patos sirirís enseña a nadar a sus crías, en medio de un paisaje verde y exuberante, lleno de flores silvestres. Un poco más adelante, ya de regreso sobre la ruta que lleva a las colonias, podemos divisar sobre el lado izquierdo una reserva con espinillos y arbustos bajos: es un área protegida de la universidad, que conserva el paisaje original que recibió a los colonos en el siglo XIX. Los nuevos inmigrantes se establecieron en la Argentina a partir de 1878, y en la localidad entrerriana de Diamante recibieron tierras y se fueron organizando en aldeas, replicando su forma comunitaria tradicional. En estas aldeas, las familias –en su mayoría católicas, aunque hay también algunas protestantes– estaban juntas, aunque sus campos estuvieran separados: de día, cada familia trabajaba en su parcela; luego volvían al pueblo en lugar de vivir aislados en la zona rural.

La iglesia de Valle María, la mayor de las colonias alemanas cercanas a Paraná.

TRES COLONIAS 

Aquellos alemanes del Volga hablaban un dialecto que era mezcla de ruso y alemán. Aunque los jóvenes lo perdieron como código de comunicación entre ellos, todavía lo comprenden. Y como explica el padre Juan Carlos, de la iglesia de la aldea Valle María, “resultó difícil restablecer la lengua, aunque se hicieron intentos, porque los profesores que llegaron para enseñar se manejan con un alemán actual que ya no se parece mucho al que trajeron los inmigrantes del Volga”. Los colonos conservaron en cambio su música, una suerte de polka que se toca con acordeón, pero, como es de imaginar, la adaptación no fue fácil en todos los aspectos: sobre todo el clima, porque del frío ruso pasaron al calor del Litoral, que los agobiaba. Así, replicaron aquí una costumbre rusa de las familias más pobres, que cavaban una habitación a la que luego sólo quedaba colocarle un techo: a este tipo de casa los gauchos sorprendidos las llamaban “vizcacheras”, pero lo cierto es que les daba más frescura a los largos días del verano entrerriano.

Valle María (Marienthal), la primera que visitamos, es la aldea madre y la que conformó la base organizativa a partir de la cual se difundieron las demás. Tiempo atrás era la única de las aldeas alemanas que tenía partera, de modo que hasta aquí venían a dar a luz las mujeres de las colonias vecinas. El domingo que llegamos las calles están desiertas, porque hay un bautismo en la iglesia que parece concentrar toda la animación, y es inevitable para el recién llegado observar a los pobladores y pensar lo poco que parecen haber cambiado sus rasgos desde los tiempos en que llegaron sus antepasados. Valle María está tranquilísimo, pero así suele estar siempre salvo los días de fiesta patronal, cuando se salen a la calle los carros con músicos a recorrer el pueblo, poniéndole un inesperado clima festivo. Mirando con atención, se distingue la particularidad de las esquinas sin ochava, y las casas cuyos frentes no tienen puertas, sino sólo ventanas: para entrar, hay que dar la vuelta. Por un lado era una forma de preservar intimidad; por otro era una costumbre que los colonos trajeron de Rusia, donde ocultaban la puerta para defenderse de posibles ataques.

Saliendo de Valle María, vale la pena hacer un alto en el Parador 26 de Gustavo Schoenfeld, que en un local impecable situado al borde de la ruta ofrece quesos saborizados, chacinados, alfajores, miel y dulces caseros, además de artículos regionales. No mucho más lejos está Aldea Spatzenkutter, un pueblito pequeño cuya calle principal bordeada de ceibos no pasa de las tres cuadras de casa y campo. Aquí, en el edificio que fue antiguamente una escuela, Gustavo Schoenfeld y otros descendientes de los alemanes del Volga están formando un museo que cuente la historia de su comunidad. Un poco más adelante se conserva también la casa de la primera maestra del pueblo, frente a un precioso y discreto jardín de rosas, y una iglesia que parece desproporcionadamente grande en comparación con el tamaño de la aldea. Sin embargo esta característica que también se observa en otras de las colonias– revela la importancia de la religión en la vida de aquellos inmigrantes.

Finalmente, la visita termina en Aldea Brasilera, que a pesar del nombre también fue fundada por los alemanes del Volga: el nombre se debe a que cuando llegaron los primeros pobladores desde Rusia, en 1878, un grupo se quedó en Brasil y sólo después de un año, al sentir la falta de progreso, envió un emisario para consultar con el presidente Avellaneda y explorar la posibilidad de instalarse también en Entre Ríos. Así llegaron en 1879, y se les asignaron las últimas tierras. Aldea Brasilera es de tamaño intermedio, pero uno de los más dinámicos pueblos alemanes por su cercanía con Paraná. Aquí está el comedor Munich, que en el domingo de nuestra visita muestra una actividad desbordante: no hay un lugar libre porque en la zona se sabe bien de la bondad de los platos de tradición alemana que prepara la familia Heim. Ellos, como otros que hoy están homenajeados en un monumento junto a la iglesia de la aldea, son descendientes de los pioneros que llegaron hace más de un siglo e hicieron de las orillas del Paraná un oasis rico en trigo y otros cereales, donde aún resuena el dialecto de los alemanes rusos y se podría creer que es fácil viajar en el tiempo y en el espacio, ahí nomás y a un paso de Paraná.

Por Graciela Cutuli

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