miércoles, 30 de diciembre de 2015

Tener un “fóbal de cuero número cinco” era el sueño de los niños de las colonias

“El máximo sueño de los abuelos  de las colonias, cuando niños, era poseer un “fóbal número cinco”,  lo que significaba tener una pelota de fútbol de cuero como  la que utilizaban los jugadores de primera división. Por supuesto que, salvo raras excepciones,  esto era algo que estaba lejos del bolsillo de todos los padres.
Porque era un objeto carísimo.
Los objetos que acompañan nuestra vida hablan de nosotros, de nuestros gustos, costumbres, recursos y carencias; suelen traernos la memoria de los antepasados; de sus antiguos poseedores o de quienes nos los regalaron; y, en todos los casos, aunque no siempre seamos conscientes de ello, nos vinculan con las personas, generalmente desconocidas, que los inventaron y fabricaron. Los objetos pueden contar nuestra historia, pero a la vez cada uno de ellos resume en sí mismo una historia. Además de ser biográficos, son manifestaciones de una cultura.
En este caso en particular, presentamos un artículo sobre un objeto de juego común entre los niños de todas las épocas, que es la pelota. Y lo presentamos desde un atractivo cuento de Felisberto Hernández.





La pelota

Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una casita pobre. Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que yo veía a cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no podía comprármela, y que no la cargoseara; después me amenazó con pegarme; pero al rato y desde la puerta de la casita —pronto para correr— yo le volví a pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó de la máquina donde cosía, yo salí corriendo. Sin embargo ella no me persiguió: empezó a revolver un baúl y a sacar trapos. Cuando me di cuenta que quería hacer una pelota de trapo, me vino mucho fastidio. Jamás esa pelota sería como la del almacén. Mientras ella la forraba y le daba puntadas, me decía que no podía comprar la otra y que no había más remedio que conformarse con ésta. Lo malo era que ella me decía que la de trapo sería más linda; era eso lo que me hacía rabiar. Cuando la estaba terminando, vi cómo ella la redondeaba, tuve un instante de sorpresa y sin querer hice una sonrisa; pero enseguida me volví a encaprichar. Al tirarla contra el patio el trapo blanco del forro se ensució de tierra; yo la sacudía y la pelota perdía la forma: me daba angustia de verla tan fea; aquello no era una pelota; yo tenía la ilusión de la otra y empecé a rabiar de nuevo. Después de haberle dado las más furiosas "patadas" me encontré con que la pelota hacía movimientos por su cuenta: tomaba direcciones e iba a lugares que no eran los que yo imaginaba; tenía un poco de voluntad propia y parecía un animalito; le venían caprichos que me hacían pensar que ella tampoco tendría ganas de que yo jugara con ella. A veces se achataba y corría con una dificultad ridícula; de pronto parecía que iba a parar, pero después resolví dar dos o tres vueltas mis. En una de las veces que le pegué con todas mis fuerzas, no tomó dirección ninguna y quedó dando vueltas a una velocidad vertiginosa. Quise que eso se repitiera pero no lo conseguí. Cuando me cansé, se me ocurrió que aquel era un juego muy bobo; casi todo el trabajo lo tenía que hacer yo; pegarle a la pelota era lindo; pero después uno se cansaba de ir a buscarla a cada momento. Entonces la abandoné en la mitad del patio. Después volví a pensar en la del almacén y a pedirle a mi abuela que me la comprara. Ella volvió a negármela pero me mandó a comprar dulce de membrillo. (Cuando era día de fiesta o estábamos tristes, comíamos dulce de membrillo). En el momento de cruzar el patio para ir al almacén, vi la pelota tan tranquila que me tentó y quise pegarle una "patada" bien en el medio y bien fuerte; para conseguirlo tuve que ensayarlo varias veces. Como yo iba al almacén, mi abuela me la quitó y me dijo que me la daría cuando volviera. En el almacén no quise mirar la otra, aunque sentía que ella me miraba a mí con sus colores fuertes. Después que nos comimos el dulce yo empecé de nuevo a desear la pelota que mi abuela me había quitado; pero cuando me la dio y jugué de nuevo me aburrí muy pronto. Entonces decidí ponerla en el portón y cuando pasara uno por la calle tirarle un pelotazo. Esperé sentado encima de ella. No pasó nadie. Al rato me paré para seguir jugando y al mirarla la encontré más ridícula que nunca: había quedado chata como una torta, Al principio me hizo gracia y me la ponía en la cabeza, la tiraba al suelo para sentir el ruido sordo que hacía al caer contra el piso de tierra y por último la hacía correr de costado como si fuera una rueda.
Cuando me volvió el cansancio y la angustia le fui a decir a mi abuela que aquello no era una pelota, que era una torta y que si ella no me compraba la del almacén yo me moriría de tristeza. Ella se empezó a reír y a hacer saltar su gran barriga.
Entonces yo puse mi cabeza en su abdomen y sin sacarla de allí me senté en una silla que mi abuela me arrimó. La barriga era como una gran pelota caliente que subía y bajaba con la respiración. Y después yo me fui quedando dormido.

Por Felisberto Hernández.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Banda Badenblu - Zeit Fur Volksmusik

Album: Zeit Fur Volksmusik.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 41.2 Mb.
Caratulas: Frontal.
Año: -.
Sonido: Excelente.

01- Zeit for Volksmusik
02- Die guitarre und das meer
03- Pout-pourri
04- Schoen ist die liebe im hafen
05- Freundschaft
06- Unter Linden
07- Ein Bisschen Shalala
08- Du, du liegst mir im herzen
09- Pout-pourri
10- Wer Zahlt die wunder
11- Pout-pourri
12- Eine Weise Rose
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miércoles, 23 de diciembre de 2015

Así celebraban Navidad nuestros abuelos alemanes del Volga

“Los niños de las colonias esperábamos la llegada de la Navidad, en especial la Nochebuena, en un clima que nos mantenía inmersos entre la congoja y la felicidad. La congoja porque todos, sin excepción, sabíamos que desde alguna remota región arribaría el Pelznickel y que entraría a nuestro hogar golpeando sus cadenas y  lanzando al aire sus guturales y estentóreos gritos: vestido con un sobretodo oscuro, desaliñado, barba enmarañada, para recriminarnos las travesuras cometidas durante el año y revisarnos las uñas. Y felicidad, porque también aguardábamos la llegada del Chriskindle que, por el contrario, nos bendecía con su remanso de felicidad: era como un hada buena representando al Niño Jesús que nos trataba con cariño y nos llenaba las manos de golosinas.



En Nochebuena asistíamos a la Misa de Gallo, donde cantábamos el Stille Nacht y el Grosser Gott,  y a su regreso toda la familia se sentaba alrededor de la mesa, rezábamos el Padrenuestro y cenábamos. Finalizada la cena bailábamos valses y polcas y el 25 al mediodía se reunía la gran familia, padres, abuelos, nueras, yernos, nietos, un mundo de gente, para degustar cosas navideñas preparadas en el hogar. Era una fiesta muy hermosa”. (De los historiadores Popp – Denig – Seitz – Brendel)



La celebración de la Navidad en las aldeas del Volga, en Rusia

La celebración de la Navidad en las aldeas Volguenses cuentan los historiadores Popp y Denig- fue siempre la recordación festiva más importante y más esperada del año; ya sea por su significado y motivación o por coincidir con una fecha en que la gente estaba más desocupada de las obligaciones del campo. Por ocurrir en pleno invierno, toda la población se mantenía en su hogares y todos tomaban parte activa de la celebración; las representaciones alusivas al nacimiento del Niño Dios en las iglesias se revestían del máximo esplendor. Los niños tenían una especial intervención y recibían un regalo peculiar; era también motivo para lucir vestimentas nuevas.



Previamente a dicha fecha se limpiaban a fondo y pintaban todas las piezas de la casa y el grupo familiar reunido realizaba su propia instalación del “Nacimiento de Jesús”, de acuerdo a las costumbres y tradiciones; la Navidad en el Volga tenía la virtud de reunir lo más excelso del espíritu cristiano –el nacimiento del Salvador- con lo temporal , expuesto en la fiesta misma, en los regalos para premiar el comportamiento de los niños, la exhibición de los mejor de la casa y el lucimiento de la vestimenta, zapatos, sombreros, etc. Navidad significaba la fecha cumbre y divisoria del año, antes y después de Navidad.

La celebración de la Navidad en los pueblos alemanes de antaño, en Argentina

La fiesta comenzaba a medianoche con la Misa de Gallo (Mette, en dialecto), por supuesto, sin la clásica comilona moderna, ya que por ese tiempo la Iglesia era mucho más rigurosa y señalaba la víspera de Navidad con ayuno y abstinencia, que era cumplida rigurosamente por todos los habitantes de las colonias –recuerda el Padre Brendel.
En la oscuridad aparecía la iglesia rodeada de farolitos chinescos encendidos, que llenaba el ambiente de alegría, y allí, en la media luz de las velas y lámparas de kerosén, se cantaban los cánticos consagrados y comulgaba toda la población.



El tiempo anterior a la misa nocturna tenía su complemento propio –prosigue en sus memorias el Padre Brendel. Llegaba el Chriskindle (el Niño Dios), simbolizado por alguna muchacha vestida de hada y sacudiendo a falta de campanillas un cencerro campero y penetrando en los ya prevenidos hogares. La dulce figura impresionaba hondamente a los pequeños; pero la cosas cambiaban cuando repentinamente irrumpía en la habitación el Pelznickel (Nicolás el velludo), representación del demonio –al decir del Padre Brendel- molesto por el advenimiento del Salvador, quien envuelto en pieles y arrastrando una cadena de las de tiro, acusaba de faltas previamente conocidas, a los pequeños, los que eran defendidos por el hada navideña y arrojado el Pelznickel, quien se iba entre rugidos y golpes de cadena. La escena terminaba con reparto de golosinas que consolaban a los infantes del rato del Pelznickel.
Y así, por las calles de las colonias, llegaba el Christkindle, acompañado por un farol a kerosén, y a una media cuadra detrás, escandalizando a toda la comunidad con sus rebuznos  golpes de cadena, venía el Pelznickel… sudando bajo un sobretodo del tiempo de la arada, lleno de lana y peletería.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Banda Musical RP 2000 - Volumen 11 '2013'

Album: Volumen 11.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 44.2 Mb.
Caratulas: Frontal.
Año: 2013.
Sonido: Excelente.

01- Fiesta de la musica cervecera
02- Seleccion de valses alemanes
03- Cuanto te extraño
04- Velho casarao
05- Estirando acordeon
06- Criado en galpao - Xico de encruzilhada
07- No puedo ni quiero.
08- Enganchado de valses
09- Cuando sabado chegar
10- Menina da festa.
11- Gloria
12- Argentina loca - No me importa el dinero
13- En los bailes de RP
14- Falta cerveza
15- Toro
16- Rosa.
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Agradecimiento Especial a Ruben Abel Eichhorn de General Ramirez  por compartir este material.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

El rumor como control social en las comunidades de alemanes del Volga

Los habitantes de la localidad eran descendientes de inmigrantes alemanes, que llegaron al país con una cohesión social firme, basada en dogmas religiosos, que tenían su raíz en tradiciones y costumbres milenarias, cuyos rastros se perdían en la noche de la Edad Media. También una historia común de lucha,  esfuerzo y superación. Un pasado de aldea en la mítica Europa y la noble Rusia zarista, de los siervos incultos y los rebeldes cosacos. Habían emigrado dos veces. Primero de Alemania, su tierra natal, la que jamás olvidaron. Y luego de Rusia. País que dejaron sin llevarse nada. Porque nada asimilaron. Ni siquiera el idioma.





¡Cuánto daño podía causar un rumor o un chisme!
Sin embargo, más de una vez servía como
control social o era utilizado como un medio
al cual que recurrían  las "autoridades" para
mantener el orden social y moral.
Cuando llegaron a la indómita pampa Argentina, a finales del siglo XIX, lo primero que hicieron fue levantar una cruz. Dios estaba por delante de todo. Después recién pensaban en ellos. El cuerpo podía esperar; el alma no. Así surgieron majestuosas iglesias, con altares de mármol de carrara y cálices de oro en el centro de pequeñas localidades. Grandes escuelas parroquiales.  Y sacerdotes y monjas inquisidoras que velaban por la moral, la ética y el buen comportamiento social. El cura predicaba aprovechándose del sacramento de la confesión para enterarse de lo que sucedía y de lo que no pasaba también. Mentirle al sacerdote significaba arder eternamente en el infierno por lo que a nadie se le hubiese ocurrido pensarlo siquiera. Como tampoco no ir a confesarse. Era una obligación moral y un dogma de fe sagrado el ir a contarle todo al santo hombre de la iglesia.
Y el hombre de negro, con su sotana al viento, lo sabía todo. Era el comisario, el juez, el intendente. En una palabra, era Dios. Dios y todos los apóstoles juntos. Porque no había tema, no había asunto, ni público, ni privado, dónde su autoridad fuera apelable o siquiera pasible de opinión. Era la voz de Dios en la tierra. Y la conciencia de todos los hombres y mujeres, niños y niñas incluidos. Porque todo el mundo se confesaba.
Cuando en el secreto inviolable de su confesionario, el cura se enteraba que alguna mujer había dado el mal paso, él la condenaba a rezar treinta rosarios, veinte avemarías, dieciocho padrenuestros y una semana de ayuno, sin carne ni pan. Y si esto no alcanzaba para mitigar los deseos insanos de la oveja descarriada, ponía en marcha una argucia que nunca le fallaba. Echaba a correr el rumor: “María engaña a su marido, se acuesta con Juan”. Porque sabía que las quince viejas que se pasaban el día en la iglesia rezando para que no llegara el fin de la creación, enseguida iban a poner en marcha el andamiaje del control social y moral. A partir de saber la novedad, no solamente se la pasarían una a otra, sino que la desparramarían por todo el pueblo, y después se las ingeniarían para espiar a María y a Juan, haciéndoles notar que algo sabían y que con su proceder innoble estaban mancillando el buen nombre de la localidad. Y la pobre María terminaría por encerrar en cuatro paredes, y ocho llaves de castidad, sus deseos e impulsos sexuales, al igual que Juan, so pena ser desterrados a vivir apartados de aquellos santos varones y señoras de alcurnia, que tenían la frente limpia y el nombre sin mácula.
Pero hete aquí, que un día sucedió algo inaudito. El sacerdote se enteró en el confesionario que estaba corriendo por la vecindad un rumor que lo afectaba a él y a su buen nombre. Se decía que el cura se acostaba con la viuda Elisa. Por eso iba todas las semanas a visitarla y a llevarle la comunión. Y que era mentira que ella no podía salir de su casa porque estaba deprimida por la muerte de su marido.
Indignado, en la primera misa que ofició, el cura se encaramó en el púlpito, y en su sermón fustigó a su rebaño por hablar mal de ese pobre apóstol de la iglesia, que era él, ese hombre que renunció a las riquezas y bienes materiales para servirlos a ellos con humildad y entrega absoluta. Justamente a ellos, persistentes pecadores. ¿Y así le pagaban? ¿De esa manera tan atroz? ¿Tan diabólica? –preguntó a los gritos.
Sin embargo, transcurrido un mes, el cura hizo su valija. El obispo le notificó en una carta que, dado los rumores, era mejor que se marchara del pueblo. Su credibilidad había caído hasta abismos inverosímiles y esto le causaba mucho daño a la imagen de la Santa Madre Iglesia. Por supuesto que el obispo, otro santo varón, no lo iba a abandonar porque unos innobles pecadores mancillaran su buen nombre. Ya lo había designado a otra parroquia.
Antes de marcharse definitivamente del lugar, el cura pasó por casa de la viuda Elisa, a confesarla por última vez.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Os 3 Xirus - Os Gaúchos que cantam em alemão '1976'

Album: Os Gaúchos que cantam em alemão.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 27.2 Mb.
Caratulas: Frontral.
Año: 1976.
Sonido: Excelente.
01- Boi barroso
02- Sehnsucht von die alt marie
03- Uma bebedeira 'e alegria
04- Galinha choca
05- Cade o meu amor
06- Na colonia
07- A viuva rica
08- Carpim rasgado
09- A  vida e bela.
10- Surungo de negro
11- Pranto amargo.
12- Cueca Azul.
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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Recuerdo de lugares históricos de Pueblo Santa María

En el año 1925 funcionaba en este edificio el Almacén de Ramos Generales “DEL CORREO”, de la firma comercial Manuel Castedo y Cía, con ferretería, corralón de maderas, hierros, además de una estafeta de correo, que era un servicio casi imprescindible en aquellos tiempos.




A partir del año 1958 el lugar funcionó como Comité de la UCRI, espacio político liderado en el orden local por el escribano Domingo Nicolás Moccero.
Siendo la vivienda propiedad del Sr. Enrique Weis, actualmente perteneciente a los sucesores de Agueda Schwerdt de Weis, hoy se encuentra deshabitada y al borde del abandono.



Por Juan Carlos Roht

domingo, 6 de diciembre de 2015

Tanz Mit Mir, MÄdchen Von Der Wolga - Deutsche Volslieder aus Russland Album 3 '2007'

Album: Tanz Mit Mir, MÄdchen Von Der Wolga.
Bitrate: 128.
Tamaño del archivo: 70.2 Mb.
Caratulas: Frontral y Trasera.
Año: 2007.
Sonido: Excelente.

01-Wohlauf in gottes schone welt.
02- Heimat, Wie bist du so schon.
03- Heut' sind wir gekommen um frohlich zu sein.
04- Die moder hot geheirat'.
05- Ach. Heinrich, Stolzer heinrich.
06- Es war einmal eine mullerin.
07- Wer die liebe hat erfunden.
08- Wir Winden dir den jungfernkranz.
09- Ich tat'so gern eins trinken.
10- Auf den hohen der mandschurei.
11- Wo mag denn nur mein christian sein.
12- Die abreis' von riga.
13- Karelisch-Finnische polka.
14- Du schwarzer zigeuner (Tango).
15- Es heirat' sich so schon.
16- Heinweh (Heute in der nacht).
17- Herz-Schmerz.
18- Die wellwn von amur.
19- Nuer du bist ganz tief in meinem herzen.
20- Eien Straubchen am hute
21- Kehraus.
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Agradecimiento Especial a Ruben Abel Eichhorn de General Ramirez  por compartir este material.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Catarsis

En este atardecer gris de otoño, sentado aquí, bajo la luz mortecina de la lámpara a kerosén, en mi cuarto de soltero, frente a la ventana, donde el cielo llueve sus lágrimas de nostalgia en gotas de melancolía sobre el cristal que no veo, porque miro hacia la distancia, hacia el pasado, donde mis años de niñez se confunden con el olvido y mi solitario presente con mi lejano ayer en familia…



Veo a mi madre, frente a la mesa grande de la cocina, amasando los tallarines del domingo; huelo el aroma a tuco que hay en el ambiente: cebolla rehogada, ajo, perejil, orégano, tomates… La radio con sus tangos, sus milongas y sus pasodobles. Una pava que hierve. Y mamá cantando.
Veo a mi padre, el zapatero, trabajando con la lezna, reparando una suela; y el aroma a cuero crudo me acosa, a la par que siento las manos rugosas de papá acariciando mi mejilla, en sus años viejos, cuando se iba yendo de a poco y él sabía que se iba para no volver.
Y en este atardecer gris de otoño, triste el alma, vacía mi vida, se me dio por escribir estas líneas, por recordar a mis padres, por llorar mi niñez, para no matarme.

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