miércoles, 25 de julio de 2012

La Familia

La Vida Familiar de los Alemanes del Volga

Para los alemanes del volga la vida en familia era uno de los pilares fundamentales. Entendían que el cálido nido familiar era el recinto natural para vivir en armonía, ayudandose uno al otro. Las familias eran numerosas, al principio los hijos que contraían matrimonio convivían con sus padres. El abuelo era quien presidía la mesa familiar, era el patriarca del hogar, la persona de consulta permanente. La abuela era quien ayudaba en la cocina, tenía a su cargo colaborar en la confección de prendas, tejidos y bordados. El padre de familia y los muchachos solteros que vivían en el hogar tenían a su cargo el trabajo en la agricultura y actividades que hacían al sostenimiento y mantenimiento del hogar.


La madre, era quien mantenía el orden del hogar, la que amasaba el pan casero y los fines de semana agregaba las exquisitas tortas alemanas, masitas y strudel. Cuando en tiempos de cosecha se necesitaban manos laboriosas allí estaba, deschalando maíz, armando parvas y atando las gavillas. Con el tiempo crecía la ganadería y las vacas lecheras, ahí también se hizo cargo del tambo. Los niños, se hicieron grandes rápidamente, ayudando las niñas a criar a sus hermanos, mantener el hogar, a trabajar en la agricultura y en la incipiente ganadería. Todo esto en cálido clima familiar, donde reinaba la alegría, en el que uno ayudaba al otro. Para que el entendimiento y la convivencia entre tantos sea fructífera ahí estaban los abuelos, ellos ayudaban a disipar las diferencias y los desencuentros. No tenían formación académica pero un noble corazón donde todo se inspiraba en la cultura del trabajo, el amor a Dios y a la familia.


Formación de parejas para el matrimonio

Las parejas se formaban en fiestas, casamientos y ocasionales reuniones; también solían ser el resultado de furtivas miradas encontradas, que luego se correspondían en amor. Las parejas así formadas, para llegar al matrimonio, debían ante todo contar con la aprobación de sus padres, de ambas partes. Si ellos se avenían, fijaban la fecha formal del compromiso matrimonial de sus hijos. El día de la fecha fijada, por la noche, el pretendiente con su padrino y en compañía de sus padres se presentaba en la casa de su novia, en donde todo ya estaba preparado y el ambiente dispuesto para cumplir el acto a celebrarse. El padrino, con delicados argumentos como en el dolor; que nunca se apague la llama del amor y que nadie, nadie, solo la muerte separe vuestra unión. Terminado el canto, mezclado con las dulces voces femeninas y con lágrimas en los ojos, se hacían regalos a los novios. Estos consistían en dinero que se depositaba en un plato sobre la mesa. En primer lugar lo hacían los padres de los desposados, luego los hermanos, parientes y amistades. .
En la ocasión nunca faltaba el ojo visor de una comadre para ver quien era el más generoso de esa ofrenda. Se ofrecían en ese momento bebidas y masas, a los hombres mayormente cerveza y licores a las mujeres.

El zapato de la novia
                   
Se acostumbraba hacer una broma jocosa durante ese acto, el de robarle el zapato a la novia, lo que ella permitía hacer sin gesto alguno. Si alguien lograba hacerlo, era ruidosamente aplaudido. El padrino de la boda, debía restituir el zapato, lo cual le costaba cierta suma de dinero. El portador del zapato, depositaba el dinero en el plato.

El nacimiento de los hijos
                    
La mujer encinta continuaba con sus tareas cotidianas hasta el día del alumbramiento. Durante el embarazo no había control medico ni análisis alguno. Eso no lo conocían o eso no existía entonces. En cada aldea, o aldea vecina, había una mujer que oficiaba de obstetra, llamada la "partera". Los chicos nacían generalmente sanos y fuertes, eran amamantados por la madre hasta el año. Los padrinos eran elegidos con anticipación entre familiares o amistades y el recién nacido era bautizado a los pocos días. La madre del nuevo heredero debía, por orden de la comadrona que la asistía, guardar cama por ocho días. Durante ese termino, los padrinos llevaban a la comadre especiales comidas para el almuerzo y la cena. Los primeros cuatro días corrían a cargo de la madrina y los cuatro restantes del padrino. Los almuerzos consistían en sopa de gallina con fideos caseros y un pollo hervido y dorado a la sartén, la cena con sopa de orejones, (schnitzensup) con crema y rosquillas (kreppel). Todo se hacia con el mayor esmero y presentación. Los elementos de las viandas se componian de blancas soperas de loza y bandejas del mismo color y material, que se cubrian con grandes servilletas confeccionadas para estas eventualidades, bordados sus bordes y de impecable blancura. Prolijamente atadas en su parte superior (imitación moños) de donde eran tomadas por sendas manos para llevarlas a destino por la comadre o una de sus hijas.

Material Periódico Cultural que rescata y revaloriza la historia y la cultura de los descendientes de alemanes del Volga - Escribe: Jose C. Gareis  

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