miércoles, 8 de agosto de 2012

La Agricultura

La Agricultura

Nuestros antepasados encontraron en la República Argentina la tierra soñada para las futuras generaciones.
Podían dedicarse a la agricultura, tenían el apoyo inicial con facilidades y una ley de inmigración sancionada que ademas estaba muy bien instrumentada.


Al llegar nuestros antepasados a la Argentina son ubicados en colonias destinadas a la explotación agrícola, tal cual era su pedido. Una vez realizado el asentamiento comenzaron a talar montes y abrir los primeros surcos con las herramientas rudimentarias. Llegó la primera cosecha para nuestra gente, se habían desmontado campos vírgenes y era la hora de comenzar con esta epopeya en las llanuras entrerrianas, en ese frío invierno de 1.878. En el departamento Diamante, el año anterior se habían sembrado solo 12 hectáreas de trigo, con la llegada de los alemanes había marcadas expectativas por superar ampliamente las superficies a sembrar. Y esto ocurrió. .En este año, en las precarias condiciones, utilizando arado de mancera muy rudimentario con terminaciones de madera, llegado el momento de cosechar se cortaba el trigo con la hoz y amontonada con un antiquísimo sistema manual ante la falta de orquillas, mediante un bastón con un tiento o un lazo en la punta , que al ser pasado por debajo de la gavilla o montón de trigo, se pasaba luego el tiento de cuero por encima para sujetarlo al bastón, quedando así aprisionado el cereal para ser conducido sobre el carro o simplemente sobre cueros para llevarlo a la parva; aún no existían bolsas para envasar el cereal, simplemente se cosían con cueros. De esta manera nuestros colonos volvieron a las mas rudimentarias técnicas de la agricultura que habían utilizado décadas atrás en el volga.


El éxito fue total, el gobierno nacional ya pudo dejar de suministrar harina a los colonos en el año 1.879, por haber ellos cosechado su propio trigo para elaborar el pan. Los primero arados fueron muy primitivos y se dice que en estas aldeas se fabricó el primer arado de mancera. .
La primera siembra arrojo un saldo favorable de aproximadamente 400 hectáreas sembradas, duplicandose el año siguiente.

El Primer Arado de mancera

Los primeros arados que utilizaron nuestros abuelos inmigrantes; los fabricaban con troncos de árboles curvados, las raíces hacían de rejas. También lo hacían con un tronco recto y le atravesaban un palo fuerte, filoso en la punta, con una planchuela de hierro, afirmándolo bien.
La inclinación o ángulo de este palo, que hacía de reja, dependía si el arado iba hondo o playo.
La medida exacta era el largo de una guasca atada a la extremidad del palo largo y el que hacia de reja.
Con estos arados rústicos el colono empezó a rasguñar la tierra virgen, llena de espartillos y otras malezas. A la vez era muy cansador su manipuleo.
Varios historiadores han escrito sobre el tema, pero nos vamos a detener con lo que dice el ex Capellán de la Marina, Capitán de Fragata, el Padre José Brendel Autor del libro Hombres rubios en el Surco.
Los colonos volguenses de la Colonia General Alvear se las ingeniaron para construir un arado cuya estructura sería toda de hierro.
Consultaron con el único herrero de la comunidad de Valle María Jacobo Weissbeck quien escuchó lo que le pedían. De ahí en más se dedicó a diseñarlo y construirlo.
Luego de haber pasado un tiempo ya terminado, había que probarlo, lo cual se hizo en presencia de los colonos y funcionarios del Gobierno, este implemento pasó exitosamente la prueba de fuego, manteniéndose bien en el surco, ya que tenía una rueda de hierro que seguía el surco de la vuelta anterior y era tirado por un caballo. Con los años se fueron mejorando los arados, se paso de una reja a dos y tres rejas, hasta ser mecanizados totalmente.


Colaboración: José Riedel

Trabajo, Amor a Dios y a la Familia

En los rostros y manos de nuestros antepasados vemos esas arrugas, testigos del trabajo y el esfuerzo. Ellos construyeron sus casas, edificios públicos, Iglesias, criaron a sus hijos, progresaron y siempre tenían presente pagar “Las Contribuciones”. No conocían despachos de gobernantes, nunca pidieron nada al Estado, estaban muy agradecidos por estar en este suelo de paz donde podían trabajar libremente. Nunca vivieron de dadivas y tenían la gran pasión de hacer. .
Gracias abuelos por legarnos esta rica historia, gracias por tantos ejemplos. Hoy podemos contar con orgullo esta gran obra en la República Argentina. Gracias por enseñarnos a vivir en el trabajo, el amor familiar y la palabra de Dios.

Colonos Arrendatarios

Los colonos inmigrantes alemanes del Volga, que llegaron posteriormente al primer grupo de los fundadores de la Colonia General Alvear, no recibieron la ayuda del Gobierno Nacional en cuanto a cesión de tierras como se había convenido en el Artículo 15 del Tratado de Inmigración. Por lo tanto después de duras pruebas resolvieron arrendar campos en distintos lugares de la Provincia, de ello nos comenta el Libro “ La Agrícola Regional de Crespo” editado en el cincuentenario de su inmigración: “ Había épocas en la Provincia en que se regalaban una o dos leguas de campo” (...) “ Era la época de oro a la que poco a poco puso fin la inmigración. Los colonos de ultramar y también los nativos habían aumentado de tal forma que era preciso darles cabida en cualquier parte. Ya el apoyo oficial había cesado; durante 20 años, a partir de 1878, era relativamente fácil conseguir campo comprándolo directamente de los terratenientes, para cuyo efecto varias familias se mancomunaban; pero ese sistema de compra cesó pronto.
Los terratenientes habían aprendido la forma de valorizar sus campos más ventajosamente; la ganadería ocupaba enormes extensiones de tierra virgen para pastoreo. Bastaba una peste o una baja de precios para producir enormes pérdidas a los ganaderos. Más lucrativo y menos peligroso era arrendar los campos a los colonos con probabilidades de venderlos algún día a mejor precio”.
“ A partir de 1888 llegaban a la Provincia grandes masas de colonos pobres que se sumaban a los que ya habían llegado antes. La tierra se había valorizado el triple. Carecían de dinero para comprarlas de inmediato y no quedaba otra alternativa que reunirse unas cuantas familias y arrendar en alguna estancia algún centenar de hectáreas hasta reunir el dinero suficiente para comprarlas. Éste sistema de colonización se diferencia esencialmente de la colonización mancomunada por contrato de compra-venta, como se fundó la Aldea Auli (María Luisa) y Crespo”.
En diversos campos se fundaron pequeñas colonias de arrendatarios, hacia la región norte del departamento Paraná, proyectandose hacia la orilla del río Paraná, zona de Pueblo Brugo y Hernandarias. Hubo algunas que no prosperaron, ni se urbanizaron.
Sus pobladores han debido emigrar y muchos de ellos empezaron a colonizar a lo largo del ferrocarril hacia Hasenkamp y más al Norte donde realizaron una obra de avanzada en pleno monte o en colonias oficiales.


Las Terribles  Langostas

Antonio Leonhardt relata en el libro “Alemanes del Volga Ayer...Argentinos Hoy” de Generoso Stang y Orlando Britos los daños de esta plaga en la agricultura. Llegaban en invierno, a la mañana estaban heladas, parecían estar muertas, pero apenas calentaba el sol nuevamente emprendían su camino destructivo. Pasaba un mes desde la llegada de la langosta hasta que emprendían el regreso. .
Uno de los principales problemas para la agricultura era la aparición de las langostas. Venían siete años seguidos y otros tantos años faltaban, esto se repetía cíclicamente. .
En aquel entonces no había veneno para matarlos; las langostas venían, comían y volaban. Después venía el desove, luego venían las saltonas. A veces se las combatían con chapas langosteras o las llamadas chapas de barrera, se hacían bretes a los que entraban las saltonas y morían. Después también con el lanzallamas en el lino, a la mañana temprano antes que calentara el sol estaban arriba, entonces se las quemaba porque eran manchones y así se las combatía. La gente se preparaba para la llegada de la langosta; los años en que venían se sembraba poco maíz, se lo tenía para los animales de corral. Se sacaba temprano y se lo ponía en los techos para secarlo y luego pasarlo a la desgranadora. Decía don Antonio: Yo me acuerdo que estaba en el techo y venían las mangas y se oscurecía el sol; eso no me lo olvido nunca. Yo gritaba: “mamá vienen las langostas”. Pasaban por el patio y dejaban todo pelado, no quedaba nada. .
A fines de la década del 40 se fue exterminando esta plaga. Nuestro país celebro un compromiso con Paraguay y Brasil para combatirlas en conjunto. Entre los métodos era perseguirlas y acorralarlas con chapas de barrera (chapa lisa de 40 cm de alto por 350 cm de largo), quemarlas con lanzallamas o embolsarlas y llevarlas a un lugar donde las recibía un delegado de distrito para quemarlas. Este delegado recibía del gobierno dinero para pagar a aquellos que cazaban las langostas pagando por peso. También tenía barriles de combustibles y lanzallamas para entregar a los campesinos.


Material Periódico Cultural que rescata y revaloriza la historia y la cultura de los descendientes de alemanes del Volga - Escribe: Jose C. Gareis  

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