miércoles, 4 de febrero de 2015

Dramática historia de un peón rural alemán del Volga

Se plantó frente al patrón y le comunicó, mirándole a los ojos, en un dialecto que él interpretó de manera fonética como que quería decir algo así como “Ich schafnetmei”.
El patrón lo miró burlonamente. “¿El qué?”, preguntó. “Ich schafnetmei”, repitió el alemán, rojo de bronca, porque veía que el otro no lo tomaba en serio. “Dice que ya no trabaja más”, tradujo otro alemán que estaba cerca, también trabajando en la zanja, con el agua hasta las rodillas. El patrón largó una risa sarcástica y estruendosa. Era obvio que se burlaba del alemán. Se acomodó los tiradores, tiró el sombrero hacia un costado, y suspirando profundamente, sentenció: “Tomá tus cosas y andate”. Pero el peón no se movió. Ni siquiera se inmutó. El patrón no supo cómo interpretar su desafío. “Tal vez no entiende castellano”, pensó. “Traducile”, ordenó al peón que había hablado antes y que continuaba trabajando en la zanja, totalmente desentendido de la conversación. “No es necesario”, respondió. “Entiende perfectamente. No se va porque espera que le pague los quince días que trabajó”, explicó bajando cada vez más el tono de voz. Por más que lo intentaba, no podía ocultar el miedo que sentía.


“Te voy a dar paga”, gritó el patrón furioso dando rienda suelta a una rabia descontrolada que lo llevó a castigar desmedidamente al pobre alemán con dos golpes de fusta que le dieron vuelta el rostro y le hicieron brotar sangre de los labios. “Te la voy a dar con propina incluida”, agregó mientras le continuaba pegando. Los otros alemanes siguieron trabajando. Bajaron la mirada y cerraron los oídos para no oír los lamentos de dolor del pobre alemán. Era obvio que tenían miedo de perder su empleo y entendían que enemistarse con el patrón significaba no volver a conseguir trabajo. Al menos cerca de las colonias. Nadie intervino. El peón tampoco hizo nada para reaccionar: recibió la paliza sin siquiera osar defenderse o atajar los fustazos.  Tanto era el pánico que sentía ante la autoridad omnipresente del patrón.  Comprendió, tarde, que el patrón era la autoridad absoluta. Y que el juez y la justicia siempre estaban de su lado. En resumen él era la voz de la justicia y el dueño de sus destinos.

Material Periódico Cultural que rescata y revaloriza la historia y la cultura de los descendientes de alemanes del Volga - Libro "Antiguas tradiciones de los Alemanes del Volga" de Héctor Maier y Julio C. Melchior  

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