miércoles, 1 de junio de 2016

La anciana junto a la lámpara a kerosén

Encendió la lámpara a kerosén y se sentó junto a la mesa a leer la Biblia. La Biblia redactada en letras góticas. La Biblia que su madre trajo del Volga en su baúl, entre las ropas y los enseres de cocina. La Biblia de hojas gastadas, húmedas de llanto y frescas de recuerdos. La Biblia que sabía de noches de infortunio y de días de esperanza. La Biblia que lo sabía todo. Del cielo y de la tierra. De Dios y del hombre. De la tristeza y de la felicidad.


La anciana leyó. Leyó murmurando. Con el rosario entre las manos. Sentada junto a la mesa. En la cocina. Apenas iluminada por la tenue luz de la lámpara a kerosén.
Y mientras leía, lloraba. Lloraba los seres queridos fallecidos y los familiares dejados allá lejos, en las aldeas del Volga, también llorando un adiós eterno.

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