miércoles, 25 de julio de 2018

Todo es Historia. Los Alemanes en la Argentina

► Características:     Revista de edición mensual.
► Título Original:     Todo es Historia. Los Alemanes en la Argentina.
► Autor:     Todo es Historia.
► Editorial:     Todo es Historia. Diciembre 2001, Nº 413.
► Páginas: 82

Un número que debíamos por Félix Luna
Soy de una generación que vivió intensamente las alternativas de la Segunda Guerra Mundial. Recuerdo perfectamente la ansiedad con que otros muchachos de mi edad y yo mismo. seguíamos algunos episodios cruciales de la contienda, como la caída de Francia, la invasión alemana a la Unión Soviética, la decisiva batalla de Stalingrado y tantas otras jornadas. En realidad, seguí día a día el curso de esa gigantesca lucha, y debo decir que nunca, aun en las horas más sombrías, dudé del triunfo final de los aliados.


Por entonces, el reduccionismo implacable del enfrentamiento me llevaba a identificar al pueblo alemán con el nazismo. A nuestros ojos cada alemán era un nazi, así de simple.

Por supuesto, los diarios, el cine, la literatura de la época contribuían a robustecer esta percepción que, en lo que a mí respecta, se prolongó bastante tiempo después de concluida la guerra. Recuerdo, por ejemplo, que mi padre estaba convencido de que Hitler no había muerto en su bunker de la Cancillería, sino que escapó y probablemente se encontraba oculto en la Patagonia, protegido por la colectividad germana residente en nuestro país: un disparate, pero eran muchos los que pensaban así.

Los años de la posguerra fueron transcurriendo uno tras otro. La vida del país y mi propia vida fueron modificándose y desde aquí, con todas las limitaciones de una visión de Europa que no podía corroborarse porque en esos tiempos nadie viajaba al exterior, llegaban noticias de la reconstrucción de Alemania, un país no sólo arrasado por la guerra sino también ocupado por los vencedores y dividido en su integridad histórica.

Así nos fuimos enterando de la admirable reconstrucción de su estructura productiva, con el auxilio del Plan Marshall por supuesto, pero básicamente con la voluntad empeñosa del propio pueblo alemán. Y también llegaban notícias de una restauración democrátíca e institucional que pronto se convirtió en un modelo. Aparecieron figuras como la de Adenauer, que fueron referentes en un continente que quería bajar definitivamente el telón sobre sus antiguas rivalidades nacionales. Curiosamente, ese pueblo que uno había imaginado como adherido al racismo, la intolerancia, la violencia, el militarismo, en fin, los peores disvalores de la vida colectiva, ahora se convertía en ejemplo de democracia, de respeto por las minorias, de cuidado por el medio ambiente, una nación que volvía a brindar al mundo expresiones artísticas y culturales que eran la continuidad de esos espléndídos aportes a la cultura universal que habían caracterizado a la Alemania eterna.

Y así fue cambíando nuestra percepción y pudimos apreciar el esfuerzo de un pueblo lacerado que se ponía de pie y volvia a ser el puntal económico y del pensamiento de la vieja Europa. Esta evidencia índíscutible, palpable, la tuve yo, cuando viviendo en Suiza entre 1959 y 1961 pude viajar por la República Federal. En algunas ciudades se veían manzanas enteras arrasadas por las bombas, pero al lado de estas huellas ominosas florecía la actividad: se levantaban fábricas, se reconstruían barrios, florecían las universidades. La gente sonreía, el trabajo se notaba en todos lados. Comprendí entonces que las pesadillas también terminan, que las naciones pasan a veces por buenos y malos momentos y que la naturaleza humana, que es idéntica en todos lados, siempre triunfa sobre las ideologías del mal.

Este número de Todo es Historia es un homenaje a los alemanes que en nuestro país dieron lo mejor de sí para contribuir a su formación. Científicos, pensadores, empresarios, pioneros, educadores, periodistas, colonos y agricultores, artistas, escritores y tantos otros. Muchos debemos los argentinos a esos germanos aquí instalados. Mi generación, la generación de quienes aborrecimos a ese pueblo en los años supremos de la guerra, ahora asociamos a los alemanes en su patria o radicados aquí, con gente que ha sabido dejar atrás todo lo negativo de un segmento de su historia, para ayudar a crear un mundo mejor.

Créame, amigo lector: de pocos números de esta revista me siento tan orgullosos como de éste. Esta edición es un justo reconocimiento a uno de esos temas postergados pero que se hacen presentes en el espíritu como una suerte de asignatura pendiente. Ahora cumplí con ese compromiso, y me siento muy feliz de ello.

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