domingo, 25 de octubre de 2020

Historia de vida de doña Aurelia, una abuela alemana del Volga

"Tenía nueve años cuando tuve que dejar la escuela para ayudar a mi madre a cocinar, lavar la ropa y regar la quinta" -recuerda doña Aurelia. "No se consideraba necesario que las niñas concurrieran a la escuela. Una mujer debía saber cocinar, lavar, tejer, bordar y ayudar a su marido para ser una buena candidata para el matrimonio y una excelente madre para los futuros hijos de su esposo" -revela.
"Así que a los nueve años me quedé en casa a ayudar a mi mamá en todas las tareas domésticas. Éramos trece hermanos, cinco mujeres y ocho varones. Mi hermana mayor, ni siquiera asistió a primer grado inferior. No aprendió a leer ni a escribir ni a sumar. Sin embargo, fue una buena madre. Tuvo diez hijos luego de ayudar a criar a la mayoría de sus hermanos".

"Vivíamos en el campo. Mi papá hacía de todo: arar, sembrar, cosechar, de todo! Y mi madre también. Porque lo ayudaba en todo. Igual que todos mis hermanos y hermanas. Porque teníamos una quinta grande, árboles frutales, cerdos para la carneada, que había que alimentar, vacas lecheras, que había que ordeñar de madrugada, hiciera calor o frío, también teníamos gallinero, con gallinas, patos, pavos, gansos, de todo. Un puñado de ovejas. Conejos y un palomar, todo para consumo. La familia se abastecía de casi todo. Se compraba lo mínimo. Se iba al pueblo una vez cada seis meses, para las fiestas de Pascua y las de Kerb. El resto del año se trabajaba" -afirma doña Aurelia.
"Yo me casé a los dieciséis años y tuve cinco hijos. Cuando me casé nos mudamos a otro campo a trabajar de matrimonio. Yo de cocinera para los patrones y mi marido tenía que hacer de todo. Allí estuvimos veinte años. Fueron años difíciles. Había que aguantar porque queríamos construir nuestra casita. Y lo logramos. De a poquito fuimos levantando la cocina y un dormitorio. Después, le sumamos el baño, para dejar de usar la letrina. Y así fuimos consiguiendo todo: con mucho esfuerzo y sacrificio" -sostiene.
"Después trabajamos en otros lados, también haciendo de todo. Hasta que nos jubilamos y nos mudamos al pueblo. Mis hijos se fueron casando. Mi marido murió hace diez años. Y la vida sigue. Siempre continúa" -concluye doña Aurelia.


(Investigación y reconstrucción histórica: Julio César Melchior)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...