domingo, 5 de diciembre de 2021

El camino del adiós

Guardó sus enseres de cocina en los baúles al igual que la ropa de cama. Era imposible llevarlo todo. Sobraban platos, vasos ollas, mantas, sábanas. Tantos años ahorrando y cuidando las cosas y ¿para qué? Para terminar regalándolas a las familias que no quieren, no pueden o tienen miedo a marcharse. Es muy poco lo que se puede cargar en un carro, menos lo que se puede llevar en un tren, y aún menos todavía lo que se puede subir a un barco como equipaje. Sobre todo si se viaja con el pasaje de los más humildes, de los que huyen del hambre, de las guerras, de las persecuciones, de la muerte, de los que son fáciles de engañar porque ya no le quedan opciones. 


 Los baúles se cargaron en el carro. La pareja se sentó en el pescante, los cinco niños donde pudieron. Todos estaban tristes. La mujer lloraba. El hombre miraba el camino. Era larga la distancia a recorrer. Duro el adiós, infinito el desarraigo y eterno el recuerdo.
Agitó las riendas, los caballos relincharon y empezaron a andar. Lentamente su historia en la aldea del Volga iba quedando atrás. Los esperaba la Argentina.

 Autor: Julio César Melchior

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