miércoles, 13 de noviembre de 2013

Familia y costumbres

Formación de las parejas para el matrimonio.

Las parejas se formaban en fiestas, casamientos y ocasionales reuniones; también solían ser el resultado de furtivas miradas encontradas, que luego se correspondían en amor. Las parejas así formadas, para llegar al matrimonio, debían ante todo contar con la aprobación de sus padres, de ambas partes. Si ellos se avenían, fijaban la fecha formal del compromiso matrimonial de sus hijos. El día de la fecha fijada, por la noche, el pretendiente con su padrino y en compañía de sus padres se presentaba en la casa de su novia, en donde todo ya estaba preparado y el ambiente dispuesto para cumplir el acto a celebrarse. El padrino, con delicados argumentos que eran comunes para tales casos, pedía a los padres la mano de su hija para su ahijado (de ocasión). La respuesta afirmativa era rubricada con aplausos y luego estampidos de escopeta o bombas de estruendo. Terminaba la noche con una gran reunión familiar.
También se formaban parejas por medio del "casamentero", importante personaje de la comunidad que promovía casamientos. Cuando entre dos jóvenes ya existía un entendimiento sentimental, simulado u oculto, los padres del pretendiente encomendaban a este gestor el pedido de mano de la hija de la familia en cuestión, y que difícilmente no lograra.
Raras veces, hijas de familias pobres llegaron a integrar el grupo de un clan acaudalado, lo mismo que una hija a esta llegara a desposarse con un joven de familia humilde. Aquí el obstáculo no residía en relaciones ni en el amor que se profesaban los jóvenes; tampoco en su diferencia en su nivel social y cultural, porque en ninguno de estos dos aspectos existían diferencias en su comunidad, pero si existían diferencias económicas en las familias y justamente esas diferencias dejaron truncos muchos idilios, amores tiernos, castos y puros que se correspondían ante dios y no pudieron llegar al matrimonio por obediencia y a causa del vil dinero que consolidaban las familias acaudaladas.

Los casamientos

Las fiestas de los casamientos eran las más pomposamente celebradas. Se invitaba a todo el parentesco y amistades de ambas partes de los contrayentes. Las invitaciones las hacia el llamado "cintero". Todo padre de familia visitada por el distinguido personaje añadía una cinta al bastón que portaba al efecto.
Si la novia era de otra aldea o colonia, su recepción se hacia por la tarde del día anterior del casamiento y era paseada junto al novio por la aldea con varios carros, con dos o tres asientos cada uno, adornados estos, caballos y arneses con cintas de papel de variados colores.

No faltaba el carro con el acordeonista que lograba con su dulce música alemana y estampidos de escopeta que enardecían a los briosos y lustrosos caballos. La música y los estampidos anunciaban el paso de la caravana de los novios. La curiosidad del vecindario hacia que se volcaran a la calle para ver el festivo cortejo.
Si los padres de los novios lo permitían, los jóvenes festejaban el "Polterabend", baile por la noche, víspera de la boda.
A la mañana siguiente el novio y su sequito en procesión buscaban a la novia en su casa, si esta era de la aldea o en casa de uno de sus parientes o amistades si era de afuera. Antes de salir de su casa, cada contrayente recibía la bendición de sus padres.
No se estilaba el padrinazgo de los novios como en la actualidad. La novia iba escoltada por dos jóvenes (praudbuben), uno a cada lado y el novio por dos señoritas (praudmedchen). La novia con su escolta precedía la entrada a la iglesia y la salida era a la inversa.
Mientras se oficiaba la santa misa de esponsales con la iglesia repleta de asistentes, y cumplida la ceremonia nupcial, en la casa donde se hacia la fiesta, las cocineras, cada una en su especialidad, con sus ayudantes, ya tenia las baterías de la cocina y horno a toda marcha; también estaban tendidas largas hileras de mesas con blancos manteles en corredores y una amplia carpa. Las sillas, mesas, manteles y vajillas se colectaban días antes de las casas de parientes invitados. La pista para bailar estaba cuidadosamente preparada y asentada con tierra y arena.
 Llegados los recién casados, se ubicaban en una galería o en un cuarto de la casa donde recibían las felicitaciones de padres, abuelos, familiares y amistades.
El menú consistía en el primer plato con sopa de gallina con repollo o fideos. Posteriormente se servia los horneado (lechón, pavos, gansos, patos, papas, batatas y filzer). No faltaban los deliciosos licores preparados, el ribelckuchen y los alfajores.
Después del almuerzo comenzaba el baile. En el conjunto solían mezclarse parejas de mayores y se exteriorizaba al máximo la alegría y el entusiasmo, a resonantes zapateos, le seguían gritos de "hochzeit" (casamiento).Algunas personas mayores se reunían en un ambiente apartado y cantaban a todas voces, canciones aprendidas de sus mayores, que entonaban con mucho sentimiento, mojando de vez en cuando su garganta con bebidas de su agrado.
Al terminar la tarde se suspendía por un rato el baile y demás diversiones. Todos se congregaban en torno a los novios, quienes estaban sentados detrás de una mesa. Allí los presentes entonaban el "praudlied" (canto de los novios), por supuesto en alemán.

De acuerdo a la traducción era: novio, canta con alegría junto a tu esposa que hoy dios te dio como compañera para ayudarte y consolarte en esta vida; unid manos y corazón, tanto en la alegría como en el dolor; que nunca se apague la llama del amor y que nadie, nadie, solo la muerte separe vuestra unión.
Terminado el canto, mezclado con las dulces voces femeninas y con lágrimas en los ojos, se hacían regalos a los novios. Esto consistía en dinero que se depositaba en un plato sobre la mesa. En primer lugar lo hacían los padres de los desposados, luego los hermanos, parientes y amistades.
En la ocasión nunca faltaba el ojo visor de una comadre para ver quien era el más generoso de esa ofrenda. Se ofrecían en ese momento bebidas y masas, a los hombres mayormente cerveza y licores a las mujeres.
Se acostumbraba hacer una broma jocosa durante ese acto, el de robarle el zapato a la novia, lo que ella permitía hacer sin gesto alguno. Si alguien lograba hacerlo, era ruidosamente aplaudido. El improvisado padrino de la boda, debía restituir el zapato, lo cual le costaba cierta suma de dinero. El portador del zapato, depositaba el dinero en el plato.

Nacimiento de los hijos



La mujer encinta continuaba con sus tareas cotidianas hasta el día del alumbramiento.
Durante el embarazo no había control medico ni análisis alguno. Eso no lo conocían o eso no existía entonces.
En cada aldea, o aldea vecina, había una mujer que oficiaba de obstetra, llamada la "partera". Los chicos nacían generalmente sanos y fuertes, eran amamantados por la madre hasta el año. Los padrinos eran elegidos con anticipación entre familiares o amistades y el recién nacido era bautizado a los pocos días.
La madre del nuevo heredero debía, por orden de la comadrona que la asistía, guardar cama por ocho días. Durante ese termino, los padrinos llevaban a la comadre especiales comidas para el almuerzo y la cena.
Los primeros cuatro días corrían a cargo de la madrina y los cuatro restantes del padrino. Los almuerzos consistían en sopa de gallina con fideos caseros y un pollito hervido y dorado a la sartén, la cena con sopa de orejones, (schnitzensup) con crema y tosquillas (kreppel). Todo se hacia con el mayor esmero y presentación.
 Los elementos de las viandas se componían de blancas soperas de loza y bandejas del mismo color y material, que se cubrían con grandes servilletas confeccionadas para estas eventualidades, bordados sus bordes y de impecable blancura. Prolijamente atadas en su parte superior (imitación moños) de donde eran tomadas por sendas manos para IIevarlas a destino por la comadre o una de sus hijas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...