miércoles, 9 de agosto de 2017

Las tradiciones orales en los Alemanes del Volga

Se ha dicho no pocas veces que los inmigrantes educaban a sus hijos con ejemplos y ‘frases hechas’ que iban grabando en la mente y corazón de sus hijos.

Esta colectividad tiene como característica peculiar haber sido una especie de familia ambulante. Este hecho hizo que no haya desarrollado o mantenido algunas características culturales típicas de los germanos, como la vestimenta, los carruajes, las decoraciones arquitectónicas, entre otras.

A su vez esto está relacionado justificadamente con ese no encontrar un lugar definitivo de radicación y haber tenido que adaptar sus formas y proyectos de vida al ambiente natural donde se establecían. Pero este inconveniente en un aspecto de la cultura favoreció otro: la tradición oral.



Llegada de los Alemanes del Volga a la Argentina 

Este grupo de alemanes ha desarrollado una espectacular tradición oral que sí pudieron transportar de un lugar a otro, y que está compuesta por un sinfín de canciones, historias, leyendas refranes populares, recetas de cocina, cuentos, adivinanzas, poesías, etc.

Muchos de estos están muy arraigados a la fe y religiosidad, que se conservaron perfectamente en alemán y sus variedades dialectales, y que hoy aún viven en las aldeas o colonias de nuestro país.

Pero precisamente, el haber sido “tradición oral”, también juega con su contraposición de ser esencialmente oral y de que no hayan quedado prácticamente documentos escritos; esto forzó una disipación cuando a través del tiempo se modificaron las situaciones económicas, ideológicas, culturales o religiosas.

Señalamos como ejemplo el paso de la aldea a la ciudad, la migración de los jóvenes, nuevas ideologías en torno a la concepción de familia, la religión, el matrimonio con personas de otra raza.

Esto se explica como que a partir de todos estos aspectos, la tradición oral comienza a decaer de una generación a la otra: ya no es tan fácil transmitir los valores que estuvieron presentes por tanto tiempo en la familia o la comunidad. Fue precisamente en la familia o en la comunidad donde se mantuvieron vivos. Esto se debe a que no aprendieron a cantar de libros, sino que lo hicieron en un grupo familiar, memorizaron los dichos y refranes porque los escucharon de otros y los repitieron. No estudiaron las teorías de las recetas, sino que las aprendían porque desde pequeños ayudaban en las tareas de la casa. Toda esa cultura, que desde hace unas décadas viene en decaimiento, que incluso amenaza con desaparecer, está cargada de un valor ineludible que les permitió vivir, sobrevivir e idear su identidad durante varios siglos.

Inclusive muchos de estos elementos culturales aún existen en Alemania (canciones, refranes, etc.). Estos han servido para la educación, como consejos hacia los más jóvenes, para expresar valores éticos, opiniones, costumbres, sentimientos.

Es muy común encontrar por ejemplo refranes para cada etapa de la vida, y estos a su vez están constituidos por pocas palabras que si son traducidas al castellano muchas veces carecen del sentido original que tienen en alemán o sus dialectos.

Tal vez por esto, hoy muchos jóvenes que ya no entienden el dialecto de sus mayores perdieron todo tipo de interés o valor por conservar o rescatar este tipo de elementos culturales que mantuvieron la identidad de un pueblo. Los que tuvimos la posibilidad de conocer a nuestros abuelos, pasar horas con ellos, y seguramente vivir los mejores momentos de nuestra infancia a su lado, probablemente nos resultarán conocidos aquellos dichos como: werd mer so alt wie eine kuh un lernt immer was dazu (Uno llega a ser tan viejo como una vaca, y siempre llega a aprender algo más); wann mer alles wisst, werd mer bald Reich oder ein Narr (Si uno supiera todo, pronto sería muy rico o loco); Wer am letzte lacht, lacht am schönste (El que ríe último, ríe mejor); Di Nase ziert den mann, der Arsch ziert die Frau (La nariz embellece al hombre, la cola embellece a la mujer); Den Mann und der Hund hinaus, Die katz un di Frau ins Haus (El hombre y el perro fuera de la casa, la mujer y el gato adentro); jeder Topfchen fin sein deckelchen (Toda olla encuentra su tapa); Kleinen Kinder, kleinen Kreuzer, grossen Kinder, grossen Kreuzer (Hijos pequeños, cruces pequeñas, hijos grandes, cruces grandes); Wart von deinen Kinder, dass du für deinen Elder gemacht hast (Espera de tus hijos lo que hayas hecho por tus padres); Comen wir hüber den Hund, comen wir hüber den Schwans (Si logramos cruzar el perro, también lograremos cruzar la cola); So mir, so dir; so der Löffel, so der Stiel (Así a mí, así a ti; así la cuchara, así su mango); Der Apfel fällt nicht weit von Stamm (El fruto no cae lejos del árbol).

Estos son algunos ejemplos de la gran cantidad de refranes que podemos coleccionar. Pero antes y sin lugar a duda es nuestro deber intentar rescatar, revalorizar y conservar el patrimonio folclórico oral que nos han dejado nuestros abuelos, de gran valor cultural, puesto que esto nos permitirá seguir reconstruyendo el tiempo que tenemos por delante, sin caer en el absurdo desconocimiento de que sea reemplazado, o lo que es peor, olvidado.

Recordemos aquellas palabras de los mayores: Schlag den alten Hund nicht tot ob der Junge nicht Kauze hat gekonnt (No mates al perro viejo hasta que el nuevo no aprenda a ladrar).

¡Cuán efectivas deberían ser para nosotros hoy esas palabras…!


Cintia Wendler (Revista “Raíces Alemanas”, Febrero de 2012)

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