miércoles, 13 de junio de 2012

Oficios

El Herrero

Ejercía ese oficio una persona generalmente robusta, con brazos musculosos, manos grandes y fuertes. Su rostro curtido evidenciaba signos que a temprana edad dejaban los sinsabores de la vida. En su taller, un reducido ambiente con paredes de adobe, techo de chapa, ahumado, con amplias puertas y ventanas sin postigos. .En invierno, ya de madrugada, se veía el fuego en su taller y se oía el canto del yunque, campana anunciadora del trabajo, hora en que también la comunidad ya tenia prontas sus huestes para iniciar la tarea diaria, titánica jornada en las ávidas y feraces tierras de cultivo.En su fragua chisporroteaban los encendidos carbones cuando la combustión era alentada con el aire de un rustico fuelle que se accionaba fácilmente con los movimientos articulados de los balancines. A pasos de la fragua estaba emplazado el yunque, en donde se forjaban los hierros. .
La mayor actividad se cumplía durante los meses en que los colonos roturaban la tierra y la desmenuzaban luego para la siembra. Estas tareas consistían en dar filo a las rejas de los arados y estirar las puntas de los dientes de la rastra, trabajos que se hacían a golpes sobre el yunque calentadas las piezas al rojo vivo. El ingenio y la práctica, lo hicieron cada vez mas ducho en su oficio. Además de la fabricación de una simple argolla para lazos y otro uso, bocados de frenos, herraduras, bisagras, cerrojos, enrejados, y otras cosas sencillas, sus notables soldaduras, enllantadas en ruedas, herrajes en los primeros carros, terminó en atender y reparar mecanismos de nuevos implementos agrícolas, que adquirieron posteriormente los colonos. Con molduras traídas del volga, hizo las primeras cruces de hierro de los cementerios. Por muchos años el oficio de un experto herrero era muy necesario en sus comunidades.



Fabricacion del Carro Verde
                                   Por Luis Hess
Todo se hacia a mano. No había corriente, se agujereaba todo con un taladro de mano. La pequeña corriente continua que luego hubo era para hacer funcionar algún motorcito. No había agujereadoras eléctricas como ahora, no había piedras eléctricas. Se limaba a mano, había que pulir todo, se trabajaba con estampa y molde y se trabajaba los trenes de los carros con un hierro mediacaña que venía en la parte de arriba con una planchuela de ese origen.
Eso venía todo importado y después no llegó más en la posguerra.
Eso sí, el carro se lo entregaba sin pintar, porque cada colono le gustaba hacer ese trabajo para darle el toque personal.
Había varios tipos de carros, estaba el carro pesado que era para la cosecha, trabajo pesado de campo para carga. Ese generalmente usaba un eje patente, porque también había ejes de grasa. El eje patente fue lo mas moderno, era un baño de aceite y el de grasa era aquel con la tuerca negra y la grasa negra consistente.
Había diferencia en la practicidad, el hombre de campo cuando venía al pueblo tenía que sacar las ruedas y engrasar todo de vuelta porque se le metía la arenilla y le comía los bujes, entonces apareció el baño de aceite, que era con un reten. .
Después estaba el carro de media carga, que era el de uso diario para salir rápido. Se usaba para sacar la leche. Era de trabajo también. Estaba el carro liviano que tenía el eje de 40.
Este carro era utilizado para ir a la Iglesia o para llevar material liviano, otro era el de paseo que era a pinceta que trabajaba sobre elásticos. Ese carro era muy livianito, poseía eje de 38 y generalmente esos carros tenían capota o sea techo de lona estirada bien colocada en un marco y sostenida al carro por cuatro hierros que tenía en cada esquina. A los costados había lonas que se extendían cuando llovía o hacía frío o se enrollaban hasta el techo para dejarlo libre. En aquel entonces se trabajaba todo a martillo y fragua y se forjaba el hierro. No se soldaba; no había soldaduras. Eso originaba mucho tiempo y era puro trabajo artesanal. Capaz que en un trabajo que lleva una hora, demoraba un día. Los ejes venían cortados. Eran ejes franceses hasta que apareció el argentino. Tenían 5 cm de espesor y se tenían que unir sin que se noten. Entonces se los pasaba por la fragua y a golpe de martillo, ya los dos encimados, se los golpeaba hasta que se unían y quedaban ya unidos, con los 5 cm de espesor. Un trabajo de unión en un eje no se notaba donde estaba soldado, de perfecto que quedaba tan solo por la fragua, el yunque, el martillo y el buen ojo del herrero. En esto estaba la profesionalidad del herrero porque cuando terminaba, ademas tenía que tener la longitud perfecta. No se podía pasar de largo.


En cuanto al valor de un carro no había precio fijo, ni convenios de precios entre los fabricantes. Cobraban de acuerdo a lo que cada uno le parecía un precio justo. De acuerdo a la crónica de Hess, se refiere a que su padre entregó un carro un sábado a la tarde y con lo que cobró se fue hasta la esquina del negocio de Don Federico Hepp que vendía artículos para el hogar y compro una cocina a kerosene de las primeras que salieron. La compro al contado y le quedo para hacer una compra de almacén para la semana.

El Carpintero

Al carpintero le sobraban conocimientos en su oficio, pero le faltaban herramientas y materiales para satisfacer las urgentes necesidades que demandaban las nuevas poblaciones en aberturas y muebles más indispensables, sin innovaciones algunas con respecto a los usados en sus aldeas del volga.
Con materiales que pudo adquirir y otros que aportaron los interesados, procuró, con las mas elementales herramientas, conformar en el menor tiempo posible las necesidades mas urgentes de la población.
La necesidad, suele crear destrezas, la que en muchas familias menesterosas, se manifiesto en las circunstancias. Había que alojarse y con el mínimo moblaje indispensable en la cocina y dormitorios, sin reparar en modelos y comodidades.


Posteriormente, al contar ya con materiales, nuevas herramientas y pinturas, ya mejorado su taller comenzó a fabricar muebles de otros modelos y diseños. Cuando las familias más pudientes edificaron sus nuevas viviendas, suplantando a las de emergencia, con otros estilos arquitectónicos, además de nuevos muebles para la cocina, comedor y dormitorios, mesas, bancos, sillas, camas, baúles, roperos, etc. Se fabricaron también grandes puertas y ventanas con maderas de cedro y marcos de lapacho, de excelente producción en sus estilos, y se colocaron en pisos y cielorrasos de los dormitorios, maderas de pinotea importado.

El Talabartero

En su modesto taller, generalmente un ambiente de su vivienda, rodeado de cuero, como herramientas: un filoso cuchillo, un par de leznas, un martillo, una tenaza, un sacabocado, etc. Ejercía su profesión. Allí además de fabricar las llamadas "pecheras rusas", que aun se usan ideadas en el volga, hacia retrancas, tiros, cabezales, bozales, riendas, bastos, cinchas, maneas, etc. Muy prolijos eran sus trabajos en trenzado con tientos de cuero en lazos y rebenques. .
A medida que los primeros colonos aumentaran su ganado caballar, por mayor área de siembra, era este hombre mas exigido en su oficio Las familias pudientes usaban para sus caballos "trotadores", que solo tiraban del primoroso carrito liviano cuando salían a pasear o cumplir alguna diligencia, pecheras y demás arneses con los mejores y mas lustrosos cueros. En estas confecciones especiales ponía el talabartero todo su ingenio y esmero.



El zapatero

En su humilde vivienda ocupaba un lugar su sencillo taller, que contaba solo con las mas elementales herramientas manuales en su principio y los materiales indispensables. Su taller no tenia puerta de acceso desde la calle, se llegaba a el por el patio. Además de remiendos y reparaciones de calzados, fabricaba todo a mano, botas, borceguíes y otros calzados rústicos que se usaban mayormente en las labores del campo.
Cuando logro instalar la primera maquina para coser cueros se aventuró a hacer nuevos trabajos, cual la fabricación de calzados comunes para uso diario y zapatos de vestir, tanto para hombres como para mujeres, pero para ambos sexos, con cordones. Para los chicos, hacia zapatillas de cabritilla. Antes de confeccionar el nuevo calzado tomaba las medidas del pie del interesado y esas medidas debían adaptarse a una de las tantas hormas que tenia en su taller.


Aún persiste en algunas aldeas el zapatero, oficio heredado de sus padres o abuelos.


Material Periódico Cultural que rescata y revaloriza la historia y la cultura de los descendientes de alemanes del Volga - Escribe: Jose C. Gareis 

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