miércoles, 20 de junio de 2012

Religiosidad

Testimonio de la Religiosidad                                              

Mientras se hallaban alojados en las precarias viviendas en la chacra 100 en espera de la orden del administrador nacional para fundar sus aldeas en la colonia Gral. Alvear, y por falta de sacerdote que los asistiera para los cultos, se proveyeron del monte vecino de dos grandes leños que plantaron en cruz y de tarde en tarde se congregaban a su pie grandes y pequeños para orar.
Un nativo se acerco una tardecita para ver lo que hacia allí reunido ese grupo de gente y esto le relató a su nieto:
Sus miradas fijas en esa cruz y sus cantos y rezos invocando al padre eterno, me conmovieron tanto que de adentro empecé a aflojar. Yo nunca fui propenso al llanto, pero tuve que irme para no llorar.
La cruz de cristo era su identidad y su escudo. Cuando fundaron sus aldeas, en las cuatro calles de acceso a su población, levantaron grandes cruces de madera - la mayoría hoy aun están de pie - y en cada una pende un pequeño crucifijo bendecido, encargado de decirle al transeúnte que la aldea era cristiana y que sus pobladores eran gente de paz, con fe y esperanza en Dios. Antes de promediar el año se acostumbraba oficiar una santa misa n la capilla o la iglesia de la localidad, llamada "misa rogativa".
Después de finalizada, la población toda, hombres mujeres y niños en ordenada procesión presidida por el sacerdote oficiante alternaban rezos con cantos de alabanzas al señor. Al llegar a una de esas cruces el sacerdote en breve ceremonia imploraba al altísimo por benéficas lluvias, la protección de los pobladores y bendecía sus campos y todo cuanto en ello existiera y se produjera para el bien de sus comunidades y semejantes.        



Semana Santa
   

Desde el miércoles de ceniza, inicio de la cuaresma, quedaban suspendidos en las aldeas los cantos populares, la música, los casamientos, los bailes y toda otra clase de diversión. Los ayunos y abstinencias eran observados y cumplidos rigurosamente en cada familia.
Los jueves y viernes santos, días de profundo recogimiento y de oraciones, Vivian muy devotamente la pasión de cristo.
Solo se realizaban tareas muy necesarias del hogar y se salía únicamente de casa para asistir a todas las ceremonias que se realizaban en la iglesia. La adoración de la cruz y el rezo del vía crucis simbolizaban el momento del arrepentimiento, de la meditación y la oración.Al suprimirse el toque de las campanas de la iglesia después de entonado el "gloria" en la santa misa del jueves, todos los anuncios de los oficios religiosos y sus horarios, que terminaban con el ángelus vespertino del viernes santo, lo hacían los adolescentes y niños con matracas. Era esta una costumbre que trajeron del volga y por casi medio siglo practicado en aldeas. Los participantes componían dos grupos. Cada grupo atendía a una mitad de la aldea, parte a la que pertenecía el conjunto. Ambos en numero ilimitado, eran dirigidos por el sacristán, quien les daba las ordenes de salida para los anuncios en los distintos horarios, que cumplían con diligencia haciendo sonar sus matracas y pregonando el oficio religioso casa por casa.El sábado de gloria el grupo en pleno con sendas canastas visitaba todas las casas de la sección y en cada una de ellas, en coro y en alta voz recitaban en alemán algo así como: "fuimos custodios del santo sepulcro, dadnos una ofrenda pascual, no muy grande ni muy pequeña que a todos conforme por igual". El recitado lo cerraban con el sonar de las matracas. Los obsequios que recibían generalmente consistían en manzanas, huevos de pascuas y algunas moneditas.
Recorrida su sección volvían a la parroquia en donde el sacristán repartía lo recolectado en forma equitativa.
El sábado al cantarse el gloria a la medianoche, las campanas recobraban su latido junto a las campanillas de los monaguillos. El día siguiente se oficiaba la solemne misa del domingo de pascuas.
Celebración de Corpus Christi


Pocos años atrás para la celebración de corpus Christi, se levantaban el día anterior a la fecha indicada en las cuatro esquinas de la plaza de cada iglesia, una casilla de madera prefabricada. Cada sector de la aldea se ocupaba de la presentación y ornamentación de la capilla que pertenecía a su sector; al efecto quedaba la población dividida en cuatro secciones, conforme lo determinaban las calles laterales y transversales que circundan la plaza.

Las capillas eran de más o menos dos metros de ancho por uno y medio de fondo y dos metros y medio de altura; generalmente de forma ojival. Las mujeres se esmeraban en revestirlas con telas de inmaculada blancura y encajes por dentro y por fuera. No faltaban especiales adornos de variadas flores naturales y artificiales, la bandera papal y la nacional, profusión de gallardetes (estos también en todo el circuito de la plaza interlazados generalmente entre los árboles), planteras en su entorno, papeles picados en varios colores en el piso alfombrado, relucientes candelabros con velas y un pequeño altar primorosamente presentado en donde el sacerdote depositaba al santísimo que portaba bajo un palio, portado por cuatro jóvenes, para luego de cumplida la breve ceremonia en la capilla, ante la siempre numerosa asistencia, bendecía al sector de la población y sus hogares. La misma ceremonia se cumplía en las restantes capillas, y la procesión en su transito de una a otra iba en profundo recogimiento, mientras que el coro entonaba himnos de alabanzas al señor

Día de Ánimas

No todas las costumbres que nuestros antepasados trajeron del volga, se borraron en sus comunidades. Quedaron vigentes todas las que atañen a su vida religiosa, espiritual, lo que pone en evidencia su firmeza de religión, en su fe cristina heredada, la que además de mantenerse se acrecienta visiblemente en sus comunidades.
De estas costumbres tradicionales destacamos una que se cumple con un rito particular, la de venerar a sus familiares fallecidos, muy en común en el "día de las animas".
Por la mañana se oficia una santa misa con las iglesias siempre colmada de fieles que comulgan y rezan con ferviente devoción, ofrenda en sufragio de las almas de sus queridos difuntos.
Finalizando el santo oficio, en ordenada procesión, precedida por una cruz, los asistentes con profundo recogimiento y total participación, rezan junto al sacerdote integrante de la procesión hasta llegar al cementerio de la población. Allí, frente a la cruz mayor, el sacerdote reza un "responso" por todos quienes descansan en ese campo santo y por todas las animas del purgatorio, asistido por un coro que entona los cánticos que complementan la ceremonia. Terminada esta, los deudos visitan las moradas de sus familiares fallecidos y les tributan su veneración y su culto.
Las tumbas que no tienen presencia de deudos, por razones varias, no quedan excluidas de esa bendición, pues la reciben del sacerdote oficiante y siempre hay un alma piadosa que le reza un "padre nuestro."
Navidad y Año Nuevo

En navidad, las familias, después de haber asistido a la santa misa de medianoche, celebraban una verdadera "nochebuena" en torno al árbol de navidad, mientras los chicos esperaban impacientes el premio o castigo del "pelznikell" (papa Noel). Era el personaje que llegaba vestido muy desalineadamente, con barba, despeinado y una ruidosa cadena. Interrogaba a los niños por sus travesuras, los instaba a portarse mejor y finalmente estos recibían sus regalos.
El año nuevo era para los niños un verdadero día de júbilo, que esperaban con ansiedad y renovada alegría. Después de felicitar a sus padres y abuelos, felicitaban a sus padrinos (padrinos, eran el matrimonio, fuese ahijado o ahijada de uno de ellos) y luego a sus tíos y parientes mas cercanos.


Cumplidos con la asistencia a misa, por la mañana, desfilaban por las calles los chicos con sus atuendos domingueros para visitar, como queda dicho, en primer lugar a sus "padrinos" pues de no hacerlo así significaba una falta de respeto para quienes un día lo llevasen a la iglesia para ser bautizado.
Al llegar a destino ya eran esperados. La mayoría de los varoncitos iban provistos de petardos que hacían estallar antes de recitar su felicitación, que consistía en un versito, por supuesto en alemán, formula común y tradicional como la costumbre existente que traducido dice lo siguiente: "papá y mama o padrino y madrina o tíos etc.,) yo les deseo un feliz año nuevo, larga vida y salud, paz y unión y después de vuestra muerta la feliz eternidad". Los felicitados respondían: "lo mismo te deseamos". Enseguida recibían su regalito que consistía en golosinas y dinero.
   


Primicia Sacerdotal

En vísperas de la primera santa misa de un sacerdote, hijo de la aldea, se le brindaba calida y jubilosa recepción en su pueblo natal. La calle central, por donde debía llegar hasta la iglesia era engalanada con profusión de gallardetes, banderas, arcos de triunfos adornados con verdes follajes y banderines. En la ruta esperaban la caravana los jóvenes con briosos caballos y lujosos aperos para escoltar airosos al muy esperado hasta la iglesia, en donde los esperaba ansiosamente todo el pueblo, y al descender del móvil que lo traía fue inmensa, total, la manifestación de alegría de un calido y sostenido aplauso. Silenciado el pueblo un vecino con elocuentes y emocionantes palabras le daba la bienvenida.
Después de saludar con sus manos en alto a todos los presentes el nuevo presbítero acompañado por el cura párroco entraba al templo en donde al DIA siguientes oficiaría su primera santa misa, e impartía la bendición a la numerosa asistencia.
En la casa de sus padres se tenía preparado para ese día de su primera misa una excepcional fiesta, con el almuerzo para todos los vecinos que concurriesen. Si el nuevo ministro del altísimo era de familia humilde, aportaban para ese fin todos los vecinos pudientes, pues tenían un solo norte en su comunidad: "unión, amor y fe".

Fiesta Patronal

Este acontecimiento comenzaba con la novena que todas las tardes se realizaba en la iglesia. El día del santo patrono, desde temprano, se escuchaba la salva de bombas. A la media mañana el cura párroco oficiaba la santa misa. El santo patrono se encontraba junto al altar. Posteriormente se realizaba la procesión por las calles de la aldea con el santo patrono. Finalizada la eufórica procesión quedaba al sacerdote las palabras finales con la exclamación de viva el santo...
Mientras tanto en los hogares desde temprano se calentaba el horno para asar el lechón junto al filzer y las batatas. Antes del almuerzo se servían licores y aperitivos.
Durante la tarde se repartían tortas alemanas, alfajores, masitas y se entonaban cánticos tradicionales.
El día siguiente, a la mañana se realizaba la misa de para recordar los difuntos. Posteriormente se partía en procesión al cementerio.


Material Periódico Cultural que rescata y revaloriza la historia y la cultura de los descendientes de alemanes del Volga - Escribe: Jose C. Gareis 

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