miércoles, 30 de octubre de 2013

Primera Cosecha de la Colonia Gral Alvear en Entre Ríos

 Llegó la primera cosecha para nuestra gente, se había desmontado campos vírgenes y era la hora de comenzar con esta epopeya en las llanuras entrerrianas, en ese frío invierno de 1.878.  En el departamento Diamante el año anterior se habían sembrado solo 12 hectáreas de trigo, con la llegada de los alemanes había marcadas expectativas por superar ampliamente las superficies a sembrar. Y esto ocurrió.



 .En este año, en las precarias condiciones, utilizando arado de mancera muy rudimentario con terminaciones de madera, posteriormente llegado el momento de cosechar se cortaba el trigo con la hoz y amontonada con un antiquísimo sistema manual ante la falta de orquillas, mediante un bastón con un tiento o un lazo en la punta , que al ser pasado por debajo de la gavilla o montón de trigo, se pasaba luego el tiento de cuero por encima para sujetarlo al bastón, quedando así aprisionado el cereal para ser conducido sobre la cabeza del carro o simple cuero para llevarlo a la parva; aún no existían bolsas para envasar el cereal, simplemente se cosían con cueros. De esta manera nuestros colonos volvieron a las mas rudimentarias técnicas de la agricultura que habían utilizado décadas atrás en el volga. El éxito fue total, el gobierno nacional ya pudo dejar de suministrar harina a los colonos en el año 1.879, por haber ellos cosechado su propio trigo para elaborar el pan. Los primero arados fueron muy primitivos y se dice que en estas aldeas se fabricó el primer arado de mancera.


La primera siembra arrojo un saldo favorable de aproximadamente 400 hectáreas sembradas, duplicándose el año siguiente. En los rostros y manos de nuestros antepasados vemos esas arrugas, testigos del trabajo y el esfuerzo. Ellos construyeron sus casas, edificios públicos, Iglesias, criaron a sus hijos, progresaron y siempre tenían presente pagar “Las Contribuciones”. No conocían despachos de gobernantes, nunca pidieron nada al Estado, estaban muy agradecidos por estar en este suelo de paz donde podían trabajar libremente. Nunca vivieron de dadivas y tenían la gran pasión de hacer.

Gracias abuelos por legarnos esta rica historia, gracias por tantos ejemplos. Hoy podemos contar con orgullo esta gran obra en la República Argentina. Gracias por enseñarnos a vivir en el trabajo, el amor familiar y la palabra de Dios.

Las terribles langostas

 Don Antonio Leonhardt relata los daños de esta plaga en la agricultura. Llegaban en invierno y a la mañana estaban heladas, parecían estar muertas, pero apenas calentaba un poco el sol nuevamente emprendían su camino destructivo. Mas o menos pasaba un mes desde la llegada de la langosta hasta que emprendían el regreso.



Uno de los principales problemas para la agricultura era la aparición de las langostas. Venían siete años seguidos y otros tantos años faltaban; esto se repetía cíclicamente.
En aquel entonces no había veneno para matarlos; las langostas venían, comían y volaban. Después venía el desove; luego venían las saltonas. A veces se las combatían con chapas langosteras; se hacían bretes a los que entraban las saltonas y morían. Después también con el lanzallamas en el lino; a la mañana temprano antes que calentara el sol estaban arriba; entonces se las quemaba porque eran manchones y así se las combatía.
La gente se preparaba para la llegada de la langosta; los años en que venían se sembraba poco maíz; se lo tenía para los animales de corral. Se sacaba temprano y se lo ponía en los techos para secarlo y luego pasarlo después a la desgranadora.
Decía don Antonio: Yo me acuerdo que estaba en el techo y venían las mangas y se oscurecía el sol; eso no me lo olvido nunca. Yo gritaba: “mamá vienen las langostas”. Pasaban por el patio y dejaban todo pelado, no quedaba nada.


A fines de la década del 40 se fue exterminando esta plaga. Nuestro país celebro un compromiso con Paraguay y Brasil para combatirlas en conjunto. Entre los métodos era perseguirlas y acorralarlas con chapas de barrera (chapa lisa de 40 cm de alto por 350 cm de largo), quemarlas con lanzallamas o embolsarlas y llevarlas a un lugar donde las recibía un delegado de distrito para quemarlas. Este delegado recibía del gobierno dinero para pagar a aquellos que cazaban las langostas pagando por peso. También tenía barriles de combustibles y lanzallamas para entregar a los campesinos..

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...